Si uno entra a Amazon, por ejemplo, a buscar algún libro y poco después se conecta a la red social, por ejemplo Facebook, verá que los anuncios que ésta presenta tienen que ver con la búsqueda que acaba de hacer en Amazon. ¿Coincidencia? No. Hay algún arreglo entre Amazon y Facebook de forma que el primero le manda la información de las búsquedas que los usuarios hacen y esto se representa por anuncios que en principio, les interesan a los usuarios.
Los hábitos de los internautas son importantes porque de alguna manera se convierten en valiosa información para la mercadotecnia. Google -cuando sacó su servicio de correo GMail- dijo que un robot analizaría los correos de sus usuarios para presentarles opciones comerciales. El robot, desde luego, no entiende los mensajes, pero busca palabras claves para presentar, por ejemplo, anuncios sobre el tema que quizás habla el correo. Así, si escribo algo en donde pongo la palabra “anteojos”, quizás Google después me mande anuncios correspondientes a esta palabra clave como ópticas, etcétera.
Pero ¿qué hay de los hábitos “secretos” de los usuarios? Muchos internautas entran a páginas web pornográficas pero nadie más lo sabe y eso es confidencial mientras el usuario no lo haga público. Sin embargo, dos investigadores alemanes dicen que se pueden exponer los hábitos secretos de las personas.
Lo que hicieron estos investigadores fue obtener enormes cantidades de información sobre los hábitos de navegación de 3 millones de ciudadanos alemana, de compañías que obtiene esta información de los llamados “clickstreams”. Esta información está más que detallada y aunque se supone que los datos están anonimizados -valga el término, los análisis muestran que es fácil ligarlos a usuarios individuales.
Los investigadores hallaron que el 95% de los datos que obtuvieron vienen de 10 extensiones populares de los navegadores. “Lo que hacen estas compañías es ilegal en Europa pero no les importa”, indica la Sra. Eckert, añadiendo que la investigación ha iniciado un debate en Alemania sobre cómo se obtienen los datos sobre los hábitos de los que acceden a la web.
Antes de que los datos se usen para planear el tipo de anuncios que verán las personas, cualquier información que pueda identificar exactamente a quién generó un click se supone, se borra. Sin embargo, el Sr. Dewes dice que es trivial, es decir, muy fácil, ligar esa información directamente con las personas para revelar donde navegaron, los términos que buscaron y las cosas que compraron.
Los datos analizados por el par de investigadores indican que con un par de dominios es posible discernir rápidamente a qué usuarios pertenecen. La información pública incluye ligas vía Twitter, los videos que ven en YouTube, las noticias que leen y su actividad en las redes sociales, por ejemplo, cuando suben alguna foto o video, o cuando compran algo.
En muchos casos, es incluso más fácil quitar el anonimato porque los clickstreams generados contienen enlaces a las páginas de las personas en las redes sociales, las cuales revelan de inmediato su identidad. “La información pública disponible de los usuarios está creciendo por lo que es cada vez más fácil encontrar la información y así eliminar el anonimato”, dice Dewes. “En realidad, eliminar el anonimato es muy difícil si se tiene la intención de que eso no pase”, indica.
La información revela un cuadro íntimo sobre los hábitos e navegación de las personas, dice Eckert. “Esto podría usarse para abusar”. Por ejemplo, “se podría ver el directorio telefónico de alguien y saber sus hábitos de inmediato”, comenta.
En muchos casos, los hábitos de navegación no exponen ninguna actividad ilegal pero podría ser difícil para algunas personas explicar por qué entraron a un sitio web en particular. Y si hablamos de personajes públicos, esto podría convertirse en algunos casos en chantaje contra de ellos.
“Después de terminar el proyecto de investigación, borramos los datos porque no los queremos simplemente tener en nuestras manos. Nos asusta que podamos ser hackeados”, dicen los investigadores. Eckert urge al gobierno restringir por cuanto tiempo se puede guardar la información de los internautas. “Esta información debe tratarse con mucho cuidado porque podría ser peligrosa”, concluyen.
Referencias: BBC