Científicos de la Universidad de Cornell han desarrollado un órgano inmunológico funcional totalmente sintético que produce anticuerpos y puede ser controlado en el laboratorio, completamente separado de un organismo vivo. Un órgano con implicaciones desde la producción de terapias inmunes o enfermedades infecciosas.
Los anticuerpos son proteínas producidas por el sistema inmunitario del cuerpo cuando detecta sustancias dañinas, llamadas antígenos. Los ejemplos de antígenos abarcan microorganismos (tales como bacterias, hongos, parásitos y virus) y químicos.
El organoide inmunológico fue creado por el profesor Ankur Singh, inspirado de órganos inmunes como los ganglios linfáticos y el bazo, quien aplico los principios de ingeniería para el estudio y la manipulación del sistema inmunológico humano.
Este funciona muy parecido a los sistemas inmunes de los animales, pero totalmente de manera externa ya que no dependen de formar parte de un cuerpo vivo.
Los organoides se modelaron sobre tejido linfoide, usando un hidrogel, nanopartículas de silicato, y una siembra de las células vivas, capaces de producir de anticuerpos de células B en centros germinales, una especie de fábricas de anticuerpos que mutan, se diferencian, y reproducen para combatir infecciones específicas.
En las pruebas los ingenieros demostraron cómo pueden controlar esta respuesta inmunitaria en el órgano y ajustar la rapidez con que las células B proliferan, se activan y cambian sus tipos de anticuerpos. De acuerdo con su papel, su órgano 3-D supera a las estructuas 2-D existentes y puede producir células B activadas hasta 100 veces más rápido.
“El órgano podría conducir a una mayor comprensión de las funciones de las células B, un área de estudio que normalmente se basa en modelos animales para observar cómo las células se desarrollan y maduran”, dijo Singh.
La esperanza es que estos organoides servirán como plataformas para estudiar la respuesta inmune de nuestro cuerpo para desarrollar nuevas terapias para atacar el cáncer, el VIH y otras enfermedades infecciosas, e incluso trastornos autoinmunes.
Referencia: Cornell