La tecnología y la moda van de la mano, por un lado se imprimen vestidos en 3D en forma de araña y por otro existe software inteligente que diseña sus propios modelos. Hoy, el estudio de alta costura en Londres, “The Unseen”, tiene varios inventos que en siglos pasados serían dignos de hechicería.
La pieza tiene pixeles pintados a mano con una tinta especial que se comunican con la diadema EEG; esta transmite la actividad cerebral de la persona a los pixeles y los datos arrojados se interpretan en una aplicación móvil que visualiza la información, forman patrones y reconoce la intensidad del color.
La prenda, que bien podría ser un vestido o una chamarra, está hecha de cerámica flexible —parece una especie de armadura en piel de dragón— y refleja cuatro colores: Rojo (enojo, ira, nervios, ansiedad), Verde (enseñanza, gente sociabilidad), Azul (calma, confianza, paz) y Blanco (sensibilidad, intuición, habilidad psíquica). La tinta especial que inventó la fundadora del despacho, Laura Bowken, cambia de color según la temperatura, humedad, viento, rayos UV y hasta la contaminación del aire.
Aquí no dejan de asombrarme dos cosas: una, que si esto logra masificarse (materiales y precios accesibles) tendría un rotundo éxito y la otra, me pregunto porque su fundadora juega a la alquimia y al misticismo habiendo descubierto una tecnología “del futuro” con un potencial impresionante que podría usarse no sólo para ropa sino también en autos, casas, juguetes y negocios. Lo cierto es que entre la impresión 3D, esto y la tecnología vestible, tendremos opciones para rato.
Referencia: The Unseen