En la ciencia ficción, uno de los temas más recurrentes es la realidad virtual; una realidad que perseguimos a través de computadoras u otras máquinas, la cual no es real o física, sino más bien, una ilusión creada por nuestro cerebro.
Videojuegos como Grand Theft Auto, The Sims y otros, son sofisticadas recreaciones de la vida real, los cuales, claro, tienen sus fallas, pero son gobernadas a fin de cuentas por los mismos principios de lo que denominamos realidad; es decir, gravedad, ciclos de día y noche, inercia, etc.
Estos videojuegos son una réplica imperfecta pero verosímil del mundo real, y su éxito depende de su capacidad para recrearlo fielmente, pues un excedente de la cantidad de errores afectaría pronunciadamente el sentido de inmersión que brindan y, por lo tanto, su calidad.
Estos simuladores de mundo abierto son testimonio de la capacidad de la raza humana para emular su realidad bajo condiciones artificiales. Esto es una muestra del proceso tecnológico de la especie humana. Lo más asombroso del asunto, es que ésta alcanzó este nivel desde la invención de la computadora hace menos de 100 años.
Al recordar que el universo tiene más de 13,000 millones de años, nos percatamos de que fuimos capaces de recrear, por lo menos, un pequeño pedazo de nuestra realidad a través de medios computacionales, o más bien matemáticos, en tan sólo una fracción del minuto cósmico.
Con ello en mente, cabe preguntarse cuánto tiempo transcurrirá antes de que logremos replicar a la perfección nuestra realidad y seamos capaces de poblar dicha simulación con inteligencias artificiales conscientes.
Si como especie, fuimos capaces de comenzar a reproducir la realidad primitivamente en menos de un minuto cósmico, es viable pensar que, de existir, otras especies inteligentes más antiguas que la nuestra pudieron lograrlo con maestría y mucho antes que nosotros. Entonces ¿aquello que denominamos como realidad quizás esté dentro de una simulación cósmica?
Puede parecer absurdo, pero los argumentos antes planteados avalan dicha posibilidad y de hecho, científicos reconocidos exploran esa hipótesis en estos momentos. El argumento de la simulación es sólo uno de varios recursos académicos y científicos actuales que emplean para determinar la naturaleza auténtica o artificial de nuestra realidad. Claramente, esto es una hipótesis sin comprobar aún.
Entonces, ¿cómo podrían los astrofísicos probar que estamos dentro de una simulación? Fácil, ellos están centrados en algo que los videojugadores denominan glitch o error. Si todo lo que nos rodea es una especie de juego súper avanzado, entonces como todo juego debe tener un error; ese algo que delate el carácter artificial del escenario cósmico.
Obviamente, hay detractores y escépticos en el tema. Nick Bostrom, por ejemplo, quien es filósofo de la Universidad de Oxford, piensa que de existir la simulación, habría que avalar que la raza que está detrás de ella es suficientemente inteligente como para maquillar todo rastro de su malévolo juego. Por su parte, Seth Lloyd, ingeniero del MIT (Massachusetts Institute of Technology), plantea que ni siquiera es viable llegar tan lejos, pues una simulación completa y detallada del universo demandaría una impensable cantidad de energía.
Uno de los argumentos más importantes que expone la ciencia yace en las partículas subatómicas. Los mapas en los videojuegos, no existen en plenitud mientras jugamos; sólo se dibuja la parte de la locación que cabe en la pantalla e incluso, muchas veces estando jugando, podemos ver cómo se van cargando las texturas u otros elementos en el mapa. Esto ocurre, porque la computadora no puede cargar el 100% del juego todo el tiempo, ya que no es necesario, además que debe guardar algunos recursos para otras tareas.
El universo se comporta de la misma manera. En la mecánica cuántica, las partículas no tienen un estado definido a menos que sean observadas. Muchos teóricos han pasado mucho tiempo tratando de explicar esto. Una razón de ello es que vivimos dentro de una simulación, viendo sólo lo que necesitamos ver cuándo necesitemos hacerlo.
El propio Albert Einstein sospechó en su momento que la misma matemática que nos permite entender el cosmos podía ser una muestra de su naturaleza artificial. Él dijo: “Lo más incomprensible sobre el universo es que es comprensible”. En otras palabras, las leyes y principios que gobiernan la dinámica cósmica podrían ser líneas de código del programador, quien quiera que sea y donde sea que se encuentre.
¿Qué significa esto? Si concedemos crédito a la hipótesis de la simulación, todo lo que está a nuestro alrededor se presta para suspicacias, pues quizás, lo que apreciamos a través de un telescopio o un microscopio, existe sólo mientras le echamos un vistazo y, una vez que volteamos la mirada, los programadores cósmicos los eliminan, como si se tratara de un corto cinemático que se produce solamente cuando es necesario.
No sólo la ciencia moderna ha hablado sobre esta hipótesis, sino también religiones como el budismo con conceptos filosóficos que cuestionan la realidad, como el Samsara. Por supuesto, todas éstas son teorías sin comprobar, pero que al final, resultan interesantes pensar en ellas para tratar de entender un poco más nuestra realidad.
Referencias: Simulation Argument, Nature, Space