Hoy tuve que ir a Médica Sur por unos estudios de ultrasonido de mi madre. Fue un estudio de un dedo, sí, y cobraron cualquier cantidad por el mismo. Muy bien, así son las cosas. Voy a las 3:30 pm a recoger los resultados -que me dijeron- estarían a partir de las 2 pm. Llegué y no estaban listos dichos resultados. La que me atendió me dijo que en 15 minutos. Le advertí amablemente que para cobrar lo hacen como en el primer mundo, pero que para ser responsables con la entrega de los resultados a tiempo no. Le dije que aguantaría 15 minutos, no 20, no 16, no más de 15. Los resultados estuvieron a los 11 minutos. Un caso típico del primer mundo a la mexicana.
Ya hablé también, hace unos días, del servicio de la librería Gandhi, después de haber comprado un libro electrónico, el cual, una vez pagado con la tarjeta de crédito, me avisaron que en mi correo estaban ya las instrucciones para poderlo leer “de inmediato”. En dichas instrucciones había que descargar el lector Kobo y hacer una serie de pasos para poder disfrutar “de inmediato” (hago énfasis en esto), mi novísimo libro virtual. Pero no se pudo. El lector Kobo no reconocía ni mi nombre ni mi contraseña.
Hablé al día siguiente con el soporte técnico de Gandhi, porque el día que había comprado el libro fue domingo y después de las 6 pm no te atiende nadie. Me atendieron muy amablemente. Seguimos los pasos desde cero. Borré incluso la instalación de Kobo para empezar muy fresco con este procedimiento. El sistema se instaló pero tampoco funcionó. Ya narré lo que pasó en ese episodio tercermundista en el que, al no poder echar a andar el sistema, me pedían les mandara una captura de la pantalla. ¿Se supone que yo debía saber cómo capturar la pantalla de mi computadora en donde se señalaba el error? Se supone que todo este procedimiento para usar los libros electrónicos de Gandhi debiese ser fácil, sin necesidad de saber computación o estar inmerso en este ambiente, ¿o no?
El asunto es que pasaron casi dos meses (hablo que la compra se hizo el 15 de abril y hoy 13 de junio aún no he podido disfrutar la lectura de manera inmediata). Así que escribí a [email protected] (porque sino, no te atienden), y les dije que ya no me interesaba el libro que nunca pude ni abrir. Les pedía amablemente el reembolso. Creo que después de mentirme sobre la inmediatez para poder leer lo que había comprado, y que no se cumplió, era suficiente argumento para que me regresaran mi dinero (180 pesos). Pero no, recibo un correo de Gandhi en donde se me indica que el proveedor del libro en cuestión no hace devoluciones. Y entonces sugieren un procedimiento alternativo usando Adobe Reader.
Les hablé entonces a su Call Center y quien me atendió le dije que era una vergüenza recibir semejante correo porque toman una decisión unilateral, porque como consumidor tengo derechos, porque nunca pude ni siquiera ver la portada del maldito libro electrónico. La que me atendió aguantó todo el regaño. Entonces le pedí que me dijera con quién tenía que hablar para arreglar este asunto, porque no les iba a regalar ese dinero. Y no es por el dinero, es una cuestión de principios. Gandhi me defraudó. Me robó. Me engañó prometiendo que podría leer de inmediato mi libro. Y si “inmediato” son más de dos meses, pues estamos en un problema dentro del espacio-tiempo. Pero quien me atendió me dijo que su supervisor no estaba, pero me pidió mi teléfono y que él me hablaría. Ajá. Sigo esperando. Mejor me siento, porque seguro no me va a hablar.
Ya les advertí que los iba a denunciar en la ProFeCo. No importa qué cláusulas quieran esgrimir. Yo nunca pude leer el libro y me birlaron directamente 180 pesos que ahora no me quieren regresar. Este es el mecanismo para robarnos en esta serie de librerías. Este es el primer mundo a la mexicana.
Solamente para comparar: hace tiempo compré unos libros por Amazon y no me llegaban a mi casa. Escribí diciendo que se estaban tardando más de la cuenta, pero para evitarme más “sufrimiento” por esa situación, me quitaban de mi cargo lo que costó el envío. Los libros llegaron al día siguiente. Y en Amazon pareciera que el cliente al menos tiene importancia para ellos, porque entienden que gracias a ellos viven. Gandhi no entiende esto y se han demostrado como unos ladrones.