Los programas de computadora que reconocen rostros, huellas dactilares, las características del iris de los ojos, etcétera, son sin duda avances notables. Sin embargo, todos ellos de pronto entran en dificultades que tienen más bien que ver más con la ética que con la técnica para desarrollarlos. Así, se habla de temas como la privacidad y el derecho a ello. Hay sistemas de identificación biométricos invasivos, los cuales se aplican por los gobiernos, por ejemplo, los Estados Unidos, y en donde oponerse a estos lo convierten a dichos opositores en probables sospechosos de cualquier felonía, o incluso de terrorismo.
El FBI ha terminado, después de seis años y mil millones de dólares en desarrollo, un sistema de reconocimiento facial. Esto significa que pronto fotos de decenas de miles de ciudadanos norteamericanos serán capturadas por el sistema nacional diariamente. El programa, llamado NGI – Next Generation Identification, tendrá una base de datos de rostros enorme, que hara conexión para referenciarla con la base de datos de crímenes en los Estados Unidos. Así entonces, no solamente serán los rostros, sino que todo, desde tatuajes hasta cicatrices de una persona, el iris de cada ciudadano, las huellas digitales, por supuesto, todo lo medible biométricamente, asegurará una identificación certera.
Se dice que el NGI acumulará unos 52 millones de rostros para el siguiente año (algo así como la octava parte de la población norteamericana, la cual está estimada en unos 318,747,000 personas). Ya hay quien está poniendo en tela de juicio la legalidad de un sistema así, indicando que viola la privacidad de los individuos, pero aún así, es de dudarse que el FBI vaya a cancelar este esfuerzo por tener una gran base de datos de muchas personas que por alguna razón podrían haber sido arrestados por cualquier delito, incluso los menos graves.
Esto no parece ser una advertencia sobre la privacidad nada más, pues ya hay casos de prueba que confirman que el FBI ha hecho sus primeros avances con su sistema en eventos públicos. Por ejemplo, en un festival musical en Boston, el año pasado, el NGI fue probado en imágenes de los que asistieron al mismo. Y aunque la policía de Boston negó estar involucrada, el software se usó sin duda y descuidadamente los resultados se pusieron en línea.
Así pues, nuevas tecnologías para mantener la paz y el orden, o quizás el control de los ciudadanos, son implementados día a día en los países. Obviamente los primeros afectados serán los países primermundistas, pero claramente poco a poco esta tendencia de control y vigilancia puede permear en otros países como el nuestro y de hecho, ya se esta viendo cuando los legisladores quieren imponer leyes para controlar internet, por ejemplo.
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