Ahmed Mohamed fue arrestado el año pasado después de que le mostró a un profesor un reloj electrónico que había hecho. El maestro llamó a la policía porque pensó que se trataba de una bomba. Ahmed fue tratado como un criminal y la noticias se convirtió en viral. Las cosas se arreglaron e incluso empresas como Microsoft le regalaron equipo de cómputo, software y hasta el Presidente de los Estados Unidos lo invitó a la Casa Blanca. Ahora el chico (o su familia) demanda a la escuela por su error al haber enviado a la policía a arrestarlo. Además, dice que no hubo un solo familiar presente cuando lo interrogaron.

La demanda de Mohamed dice que el distrito de la escuela tiene un historial de discriminación racial y que el tratamiento que él recibió viola tanto las leyes de los derechos civiles en Estados Unidos y el derecho de la Enmienda 14, que le permite que se le dé un tratamiento igualitario bajo la ley.

La demanda describe en alguna medida la discriminación que los inmigrantes han sufrido desde el siglo XVII, e indica que en el 2009 ya había reportes de que los estudiantes afroamericanos en ese distrito enfrentaban discriminación racial. La demanda también menciona los eventos del día en el que Mohamed fue arrestado.

Dice el documento: «Ahmed encendió el reloj y le mostró a su maestra de inglés, la señora West, cómo trabajaba. La profesora le preguntó a Ahmed: ‘¿es una bomba?’ Ahmed estaba confundido y sorprendido. Sin embargo dijo: ‘No, es un reloj alarma, ¿ve?'».

La maestra le dijo que se quedaría con el dispositivo y se lo daría al final de la clase. Por muchas horas no hubo ninguna alarma, ninguna evacuación, ninguna llamada al escuadrón contra bombas. Nada pasó. Pero más tarde ese día Ahmed fue sacado de clase para ser arrestado.

Los oficiales lo sacaron con lujo de violencia de su silla. Sus brazos detrás, en su espalda. Le esposaron y lo llevaron al frente de la escuela. Lo metieron en una patrulla y lo llevaron a la estación de policía como si fuese un criminal, en donde le tomaron fotos así como sus huellas dactilares. Todo estos sin la presencia de sus padres.

Ahora Ahmed vive en Qatar y han regresado de vacaciones a Texas, en donde ha habido una buena cantidad de entrevistas con el estudiante por el incidente de hace un año. El padre de Ahmed pidió el año pasado unos 15 millones de dólares aunque el daño a su hijo «es de proporciones incalculables», dijo.

Referencias: Ars Technica