En 1977, Carl Sagan diseñó el disco dorado, el cual probablemente sea el álbum con menos copias en todo el mundo. Sin embargo es el álbum que ha viajado más lejos en el universo.
La grabación fue desarrollada por la NASA para representar a la raza humana en caso de que el disco fuese encontrado por alguna civilización extraterrestre. Se lanzó en la nave Voyager 1 en ese mismo 1977 y hoy ya ha viajado por unas 13 mil millones de millas, siempre alejándose de la Tierra.
Un segundo disco va en la nave Voyager 2 y hay unos 10 discos más en varias instituciones de la NASA. Pero eso es todo. Aparentemente ni el mismo Sagan, quien encabezó el comité para la creación de este disco, se hizo de uno. Para colmo, no existe ninguna copia disponible al público en general.
Pero eso está por cambiar gracias a una petición en Kickstarter, en donde se busca que este disco esté disponible a todo el público en general. David Pescovitz, director de investigaciones del Instituto para el Futuro, junto con Timothy Daly, un gerente de Amoeba Music en San Francisco y Lawrence Azerrad, un diseñador gráfico, buscan crear la edición del 40 aniversario de la información que contiene el famoso disco que está ya en el espacio profundo.
Timothy Ferris, asesor escolar de Pescovitz y escritor de ciencia, produjo el disco original y éste será llevado a los estudios para remasterizarlo. Para ello, Pescovitz ha trabajado en la búsqueda de las licencias obteniendo los derechos del audio original, que incluye música que va desde Bach a Chuck Berry, hasta llegar a los sonidos de las ballenas jorobadas. Hay saludos de seres humanos en 55 idiomas.
La versión actualizada costará 98 dólares, la cual podrá reproducirse a velocidad normal, por lo que se podrá escuchar prácticamente todo el disco (en el disco original se tenía un reproductor de 16 2/3 de revoluciones por minuto, que no es la velocidad estándar). No se requerirá ningún equipo especial para escucharlo. El disco está hecho de vinilo, en un color dorado. La idea es replicar en parte el disco original y por otra, darle una estética más moderna, sin comprometer la calidad del audio.
«Lo que realmente queremos es algo que haga que las personas se enganchen y que descubran una y otra vez nuevas cosas en el disco», dice Azerrad. «No se trata pues de tener un disco que se pondrá en algún sitio para no ser tocado de nuevo».
Quizá el disco que llevan los Voyager nunca lleguen a manos extraterrestres (si tiene sentido hablar de manos), pero algo es claro, no tiene por qué no poder llegar a las manos de los terrícolas, en un intento de resumir lo que somos, sueño inicial de Carls Sagan.
Referencias: