La ‘guerra de las telecomunicaciones y la radiodifusión’ ha llegado a su primer punto clímax desde la reforma aprobada el año pasado. En esta ocasión, el recién formado Instituto Federal de las Telecomunicaciones (IFETEL) se ha topado con la primera prueba de fuego: la retransmisión de contenidos de la televisión abierta conocida como must-carry y must-offer.
Y es que justo ayer el pleno del IFETEL resolvió a favor de la retransmisión gratuita de los canales de Televisa denominados el Canal de las Estrellas y el Canal 5, así como Azteca 7 y Azteca 13 de TV Azteca. El Canal 9 deberá ser bajado de las transmisiones satelitales por no cumplir con una cobertura mayor al 50% del territorio nacional según el mismo Instituto.
Algunos argumentan que se trata de un tema de derechos de autor y que nadie debería retransmitir las señales sin compensar a los creadores, pero insisto en que si se le denomina televisión ‘abierta’ y se difunde en la misma zona geográfica que debería ser transmitida por la cadena de televisión incluyendo los cortes comerciales que cobra el canal abierto, entonces todos se verían beneficiados. Al final del día si lo puedes sintonizar con una antena que no te lo incluya tu paquete de TV de paga sería ilógico. En contraparte, si lo que se busca es exclusividad, entonces estamos hablando de televisión ‘restringida’. Tal vez solo sea una pequeña confusión entre televisión abierta y restringida.
Pero lo que aún no termino de entender es que se siga regulando por tipo de tecnología cuando ya existe convergencia. Me refiero a que se incluyó en la reforma constitucional que solamente se podrán retransmitir vía satélite de manera gratuita los canales que tengan una cobertura mayor a 50% del territorio nacional cuando, desde mi punto de vista, deberían retransmitir todos los canales que tengan concesión en cada localidad. Si el operador satelital te puede poner y quitar canales a su antojo dependiendo del plan contratado, también podría incluir y quitar canales que tengan o no concesión para transmitirse en cierta zona geográfica independientemente si es satelital, cable, fibra óptica o microondas, ¿no crees?
Y es que como la reforma aún no cuenta con la legislación secundaria para operar, el Instituto no sabe aún bajo que reglas ejecutar su política pública al respecto. Sin embargo, la ausencia de la legislación secundaria desde la fecha que se autoimpusieron para el 9 de diciembre es responsabilidad de nuestros diputados y senadores federales, y aunque ya existen algunas propuestas de normatividad, la mayor parte de nuestros legisladores están esperando la del Ejecutivo Federal. Y podrán seguir esperando que para mi gusto eso no los exime de hacer su chamba para lo que fueron elegidos.
Pero eso sí, esperan que el nuevo IFETEL resuelva los asuntos de la mayor trascendencia en materia de competencia en telecomunicaciones y radiodifusión frente a los más grandes intereses económicos, sin una reglamentación específica para hacerlo. Desde luego que los comisionados podrían arrancarse por la libre, dado que justo por sus capacidades fueron seleccionados, pero como diría Séneca “ningún viento es favorable para quien no sabe a dónde va”.
Aún más, se le ha encomendado al IFETEL antes del 9 de marzo que defina a los operadores dominantes, preponderantes, con prácticas monopólicas o cualquier otro adjetivo que los abogados nos permitan utilizar tanto para telecomunicaciones como para radiodifusión. Otra misión casi imposible sin que le muestren previamente la legislación secundaria.
Y es que se mueven tantos intereses económicos y políticos que buscarán discutir cada coma, punto y acento de la ley secundaria. A esto habría que agregarle la lucha mediática entre troyanos y aqueos que me parece un salón de primaria en el que se acusan mutuamente con la maestra y si los regañan salen con el típico: yo no era el único, también fue el otro.
Por lo pronto, sigo recomendando que no tomemos partido en esta guerra de intereses, ya que es posible promover mayor competencia tanto en telecomunicaciones como en radiodifusión y trasladar los beneficios a los usuarios finales.