Un suicidio más se suma a la larga lista de ex jugadores de la NFL fallecidos a temprana edad sin motivo aparente. Ahora fue Lawrence Phillips, un ex corredor de medio pelo, quien se quitó la vida en prisión, donde cumplía sentencia por otros crímenes. Tenía 40 años de edad.

Sería fácil juzgar la situación de Phillips como otro ex atleta delincuente, mentalmente inestable, que no logra adaptarse a la vida fuera de los emparrillados. Y esa también es la postura que a la NFL le conviene que creas.

Ahora sabemos que muchos de estos ex deportistas perdieron la cabeza, literalmente. ¿La razón? Su cerebro terminó hecho papilla.

«Concussion» (La Verdad Oculta), protagonizada por Will Smith y que se estrenó en diciembre pasado, no es una cinta que será recordada por su valor cinematográfico. Sin embargo, la temática y el relato basado en hechos reales han puesto en la luz pública un problema que amenaza el futuro del football americano, por el inminente daño cerebral que sufren o sufrirán estos deportistas.

Hoy en día es fácil encontrar información al respecto y, tras una demanda multimillonaria de la Asociación de Jugadores a la liga, ahora escuchamos declaraciones de múltiples ex deportistas aquejados por depresión, pérdida de memoria y otras afectaciones a su salud. Pero durante años, la NFL hizo un gran trabajo en tapar el sol con un dedo e invalidar estudios e investigaciones que demuestran los graves efectos a mediano y largo plazo provocados por los golpes a la cabeza.

Ya no hay manera de guardar el secreto. Por esa razón ha cambiado tanto la NFL en los últimos años. Por eso ahora se lanza tanto y se ataca poco por tierra. Por eso las máximas sanciones se aplican a golpes dirigidos a la cabeza.

El planteamiento de «Concussion» no es una teoría de conspiración, y el problema no se está tomando a la ligera. Esta situación realmente podría derribar al negocio deportivo más lucrativo del planeta, que hasta ahora no ha encontrado una solución. Todos los intentos por desarrollar cascos con tecnología efectiva para aminorar o evitar las conmociones cerebrales no han tenido un éxito significativo.

¿Último as bajo la manga?

Durante los últimos años hemos visto desfilar una serie de proyectos, tanto de marcas grandes como pequeñas iniciativas, para desarrollar tecnología en cascos que brinden una protección verdadera al cerebro de los jugadores. Pese a todos los esfuerzos, ninguno ha dado resultados. El tiempo se agota, mientras cientos de jugadores se retiran año tras año, con quién sabe cuántos golpes y conmociones acumuladas a lo largo de sus carreras.

La gran ironía es que la salvación de este deporte se descubrió hace décadas.

En 1990, los compañeros Mark Kelso se burlaron a sus anchas cuando el defensivo se presentó a los campos de entrenamiento de los Bills de Buffalo con un casco del doble de tamaño. El prototipo integraba una segunda capa sobre el casco original, fabricada de un material suave, parecido a hule espuma. Pese a ello, «El Marcianito» Kelso sufrió una conmoción cerebral durante la temporada. El prototipo fue probado por otros cuantos jugadores, pero jamás se tomó en serio.

Un lustro más tarde, bajo el mismo principio de un casco suave, nace Vicis.

Este grupo de ingenieros y neurocirujanos creó Zero1, un casco capaz de absorber el impacto, ya sea directo o con rotación, a través de capas y filamentos independientes. De igual manera, la coraza del casco, denominada The Lode Shell, funciona como la defensa de un automóvil. Es suave y se deforma al contacto. Zero1 cuenta con 12 medidas ajustables para adecuarse a la cabeza de cada jugador, sin movimiento.

Este proyecto está respaldado por un grupo de especialistas y ex jugadores de la NFL, encargados de promover la seguridad en este deporte y crear conciencia sobre los daños irreparables que podrían ocurrir.

Quizá esta nueva tecnología sí marque la diferencia. De otra manera, la NFL seguirá distorsionando su forma, como lo ha venido haciendo las últimas temporadas, quizá hasta su extinción.

Referencias: Vicis