El internet ha traido consigo varios derechos fundamentales y, a su vez, algunos debates entre la libertad de los usuarios a la expresión y la defensa de la privacidad. Sin embargo, esta línea no es muy clara de trazar.
Los más liberales pretenden encontrar en internet la vía para expresar todas sus opiniones sin hacerse responsables de las mismas. Cualquier acusación y persecución a lo publicado en redes sociales o blogs personales representa una afrenta a la libertad de expresión. En este sentido, existen portales, muy populares y divertidos por cierto, que se encargan de crear notas falsas con la única finalidad de entretenernos. Entre los más famosos se encuentran The Onion y The Daily Currant, ambos publicados en inglés, y El Deforma, como una sátira al periódico Reforma en México. Y aunque la mayor parte de la información es ficticia, no deja de tener impacto real en la sociedad, al menos para las marcas y figuras públicas involucradas.
En el mismo lado liberal del asunto están los defensores de la privacidad de los usuarios, quienes buscan proteger los datos e información privada de las personas. Y el argumento es simple: imagina que estuvieran al alcance de un click tu teléfono, dirección, fecha de nacimiento, fotos recientes, lugares que frecuentas, productos que compras regularmente, información de tu pareja, de tus padres, hermanos e hijos, por solo mencionar algunos. Lo anterior, además de dejar expuestos tus datos para las empresas de spam tanto online como offline, le podría dejar servida la mesa a cualquier delincuente que busque una víctima.
Entonces, la libertad de publicar cualquier cosa en internet eventualmente llega a un impasse con el derecho a la privacidad de las personas. No porque alguien conozca donde vive tal o cual figura pública tiene el derecho de tomarle una foto y publicarlo en Twitter, de la misma manera que el mesero no puede ir publicando los datos de tu tarjeta de crédito que utilizaste para pagar en el restaurante.
Y es que con tanta información personal en línea actualmente, muchos usuarios se han visto afectados directamente. Es por eso que la Corte Europea le dió la razón a la Agencia de Protección de Datos Personales de España y otorgar el derecho al olvido digital, entendido como la facultad que tiene el individuo como titular de su información personal para pedir que se elimine de la red. Entonces la pregunta relevante es, ¿qué no se considera información personal para que pueda publicarse sin problema?
Obviamente, no faltará el vivo que quiera borrar los periodicazos por delitos que cometió anteriormente, ya sea por corrupción, fraude, etcétera. Si bien, el derecho al olvido digital es un avance en materia de protección a la privacidad, éste no debe confundirse con borrar o cambiar la historia en línea simplemente porque no nos parece. En mi opinión, el futuro del internet se encuentra en la reputación de los usuarios. No se trata de blancos o negros, o como diríamos aquí –no es de unos o ceros–, y la línea gris aún no está claramente delimitada. No obstante, sí debe existir una diferencia entre los avatares públicos de artistas, políticos, modelos y deportistas, y los usuarios valoran tanto su privacidad que hasta en redes sociales siguen utilizando cuentas privadas.
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