Internet es ya un bien común que tiende a generalizarse. Ahora incluso hay una propuesta ciudadana para que se tenga acceso a la red de redes (patrocinada por el gobierno, es decir, con nuestros impuestos al final de cuentas), y aunque es loable la idea, quizás habría que pensar antes de cómo sacar de la pobreza a más de 50 millones de mexicanos. Pero en fin, ese es otro tema. La cuestión es que es importante el acceso a la información e Internet parece ser el vehículo ideal.
En el mundo virtual de Internet podemos hallar todo género de información sobre el tema que sea. Hay de todo y para todos. Hay también juegos en línea, gratuitos y de paga, hay salas de pláticas (chats), hay montones de blogs, unos en forma de portales que dan noticias de todo tipo (desde las más banales hasta las más especializadas) como incluso el caso de unocero, que da información sobre tecnología.
En estos portales muchas veces se resumen las actividades en diversos nichos de la cotidianidad humana y nos muestran lo más relevante. Muchos de estos portales contienen artículos que pueden ser comentados por los internautas y en muchos casos esto puede hacerse anónimamente. El anonimato en Internet tiene muchas facetas: por una parte hay sitios que piden un registro a sus usuarios/lectores, pero no hay manera, en muchas ocasiones, de garantizar que los datos que son enviados corresponden a una persona en particular. No hay manera de saber y/o de evitar que se generen registros con nombres falsos. Las razones para esto pueden ser variadas: por una parte hay quien considera que no tiene por qué dar datos personales a un sitio web, el que sea. Otros porque llevan años con un alias y hasta les parece divertido registrarse así. Otros más porque tiene delirio de persecución y sienten que los van a hackear mañana (ni que fueran tan importantes, pero en fin).
El anonimato sin embargo, no solamente se hace pretextando lo anterior, sino que en ocasiones sirve para poder discutir temas públicamente sin temor a represalias o a sentirse avergonzados públicamente. Por ejemplo, se puede hablar con víctimas de violación sin que se sepa el nombre real de los afectados, o bien, saber las opiniones de quien tiene VIH, etcétera. Vamos, que no es necesariamente malo el tener una cuenta anónima.
No obstante, en el anonimato parece no haber responsabilidad y en muchísimas ocasiones la gente escribe comentarios en blogs o portales, que son hirientes, de mal gusto, escatológicos, o de amenazas porque alguien no piensa como ellos. Es muy fácil insultar desde la comodidad del teclado, pues al final de cuentas, quien así actúa, sabe que finalmente está lejos de ser recriminado por esa actitud que va muchas veces más allá de una descortesía. Son palabras, símbolos nada más al final de cuentas.
Y uno pensaría que esto sólo pasa en rudas discusiones sobre tópicos de moda: la renuncia del Papa, la política de este país, Peña Nieto y sus dislates, etcétera. Pero no, también ocurre en sitios de Internet que realmente no merecerían una actitud grosera y mala leche. Por ejemplo, yo estoy suscrito al Internet Chess Club -un sitio de paga, en el cual -vía un programa cliente- puedo jugar ajedrez a cualquier hora y donde juegan la mayoría de los maestros y grandes maestros internacionales que hay en el planeta. Eventualmente puedo jugar contra algún jugador fuerte y siempre eso es más emocionante. Sin embargo, juego muchas veces con jugadores desconocidos de otras partes del mundo. Al terminar alguna partida rápida, cuando eventualmente gano, me ha tocado enfrentar un mensaje de mi rival insultándome. Y claro, ese personaje que me agravia es un alias en el sitio de ajedrez. Puedo levantar una queja y como ahí los administradores del sistema tienen registro de todos los que se han dado de alta, lo pueden reconvenir. No obstante, es absurdo inscribirse a un club de ajedrez virtual para hacer enemigos fuera del tablero y por ello, muchas veces, lo dejo pasar, pensando que finalmente es una agresión del momento por la rabia del perder. En cualquier caso es esto un elemento del anonimato, porque jamás en mis años de ajedrez, nadie me ha insultado en vivo después de ganarle una partida. Al contrario. Quizás como fórmula de amabilidad hasta me felicitan diciéndome “bien jugado”.
Creo que el anonimato es importante mantenerlo vigente en la red. El grupo Anonymous, del cual nadie sabe quiénes son y por ello, cualquiera se puede hacer pasar por ellos, se comporta así por temor a represalias por parte de los gobiernos a los que ataca (hackeando páginas web, mostrando información gubernamental supuestamente privada, etcétera) y pienso que es razonable su actitud aunque no comparto muchas veces sus métodos.
Como todo en la red de redes, hay que ser responsables del cómo uno es en este mundo virtual, el cual es una extensión de mundo en el que vivimos, ¿o no?