Los videos que se han recopilado hasta la fecha de los atentados a las Torres Gemelas de Nueva York del 11 de septiembre de 2001 son, en realidad, pocos si se comparan con la cantidad de imágenes que podrían encontrarse hoy tras un hecho similar gracias, principalmente, a una sola cosa: los smartphones.
En 2001 ya había una gran cantidad de usuarios de teléfonos celulares en Estados Unidos, pero todavía no se contaba con los desarrollos tecnológicos que hicieron posible, sólo unos años después, que estos dispositivos tuvieran integrada una cámara de video.
Así, las imágenes caseras que se recopilan en decenas de documentales y reportajes fueron tomadas con cámaras de video de cinta, un dispositivo popular a finales de los 90 y principios del siglo 21, pero que nunca logró una de las características que tienen los celulares de hoy, que es que casi cualquier persona pueda tener una cámara de video en su bolsillo.
En 2001 ni siquiera había una gran infraestructura de cámaras de seguridad en ciudades como Nueva York, por lo que no hay imágenes, por ejemplo, de la ruta que siguieron los aviones antes de estrellarse y las fotos que se tienen de los terroristas son borrosas y confusas.
Asimismo, después de esa mañana del 11 de septiembre de 2001, subirse a un avión o entrar a algún lugar turístico de Estados Unidos o de las grandes capitales del mundo, se convirtió en un verdadero martirio.
Ese hecho también afectó a industrias como las de los videojuegos, cuando se retiró del mercado el Flight Simulator 2000 de Microsoft, el cual sirvió para que los terroristas aprendieran a pilotear los aviones que secuestraron, o como cuando se tuvo que interrumpir el desarrollo del título Max Payne de PlayStation, ya que en el paisaje podían verse las Torres Gemelas.
En el cine se detuvieron proyectos de películas que podían parecer “violentas” y otras, como Spiderman, tuvieron que pasar por un proceso de edición, ya que contenían escenas en las que se veían las Torres Gemelas (de hecho en uno de los avances se veía cómo unos delincuentes habían sido atrapados por el superhéroe en una telaraña que colgaba de ambos edificios).
Hasta la industria musical (que ya empezaba a vivir los estragos de Napster) tuvo afectaciones, cuando canciones de bandas como los Rolling Stones fueron prohibidas en varias estaciones de radio o algunas bandas tuvieron que hacer cambios en sus repertorios, como le pasó a The Strokes, que debieron pensar si incluían en su álbum debut una canción llamada “New York City Cops”, que podía herir las susceptibilidades de quienes veían a los policías neoyorkinos como héroes tras el papel que jugaron las horas posteriores a los atentados.
Inclusive, el 11 de septiembre de 2001 el internet a nivel mundial estuvo a punto de colapsar, ya que millones de personas ingresaron a la red al mismo tiempo, algo inédito hasta esos años en los que todavía no había redes sociales y en los que la televisión se llevó la primicia porque era el único medio que contaba con la capacidad de reacción para un momento como ese.
Pero, irónicamente, el 11 de septiembre también ayudó a que la tecnología avanzara, como en técnicas para reconocimiento de rostros o en sistemas que hoy ayudan a que puedas comprar un boleto de avión por internet eligiendo tu lugar e imprimiendo desde casa tu pase de abordar.
Además, por si no se habían dado cuenta, en los efectos especiales de las películas de Hollywood ya se aprecian con mejor detalle y realismo las destrucciones de los edificios cuando llegan, por ejemplo, los extraterrestres que luchan contra los Avengers, y en otros filmes puede verse que tras una explosión vuelan por los aires papeles calcinados, una imagen estremecedora que se vio repetidas veces el día de los atentados de Nueva York.
Y así nos podemos seguir con ejemplos aplicados a otras áreas, como la arquitectura, la seguridad o hasta los mismos videojuegos.
El 11 de septiembre de 2001 cambió al mundo de una manera sumamente rápida, algo que ningún otro acontecimiento ha podido lograr en la historia de la humanidad, y aunque ahora lleva más horas subirse a un avión, también ayudó a que puedas tener en la palma de tu mano algunos adelantos tecnológicos que pueden ser usados en beneficio de las personas… al menos hasta que a una mente criminal se le ocurra cómo hacer daño con éstos, tal y como lo hizo un grupo de personas utilizando ese día aviones comerciales como armas de destrucción.
Así de simple.