El software es uno de esos temas controversiales. Por una parte, el generar código parece caer en lo que llamamos una creación humana, mientras que por otra parte, mucho del código que se escribe utiliza información anterior y de otros, lo que podría considerarse plagio. Así, la pregunta es si alguien puede escribir una biblioteca de código y pedir sus derechos de autor. No es la primera vez que se intenta este tipo de acciones y ahora es la Suprema Corte de los Estados Unidos quien tiene la decisión. Las consecuencias de lo que decida el organismo supremo de las leyes estadounidense bien podría cambiar cómo se hace el software hoy día, con un sinfín de implicaciones, incluso monetarias.
Ya antes, hace años, el creador de Tetris, un ruso, decidió meter en derechos de autor su software. El popular juego se volvió una moda a nivel mundial y cuando salía una copia, el autor original demandaba a quien había osado copiar la idea del juego. Atari con su Pacman le puso derechos de autor a los personajes y al look & feel del juego, es decir: cualquiera podría hacer un clon de Pacman, pero no podría usar los fantasmas originales que se usaban en el juego o la figura del Sr. Pacman.
Pero podemos ir más allá, incluso James Gosling, uno de los creadores de Java, tiene en su algoritmo del ordenamiento de la burbuja, una nota de derechos de autor y vamos, esto ya raya en lo absurdo. Se supondría entonces que si uso el código de este señor, estaría obligado a mencionarlo y/o a pagarle incluso regalías si mi programa usara su código.
Toda estas discusiones sin embargo, no se han acabado y han pasado de las charlas habituales hasta la Corte, en donde en Estados Unidos se sigue llevando a cabo la batalla legal entre Oracle y Google, por el uso del API de Java (cuyo dueño es hoy por hoy, Oracle). La EFF (Electronic Frontier Foundation), quien apoya a Goggle, ha pedido que la Suprema Corte estadounidense revise una petición para que el órgano legal decida de una vez por todas este asunto. La decisión de la Corte podría decidir el futuro del cómputo en estados Unidos y eventualmente en todo el mundo.
Las ramificaciones de lo que hasta ahora ha expresado la Corte en la demanda de Oracle (a su favor) desde el 2012, no sólo afectan a Google y Android, sino a todos los desarrolladores de software que e-implementen incluso API pre-existentes. Esto abarca entonces a todos los desarrolladores de software.
La EFF ha entonces pedido formalmente a la Suprema Corte para que haga una revisión de lo que Google siempre ha defendido. Esto sin embargo, parece ya haber ocurrido en un escenario del 2014. Después de que en la primera batalla legal se favoreciera a Google en este tema de las APIs en donde se decidía que las mismas no podían protegerse por los derechos de autor. Pero la Corte de Apelaciones estadounidenses cambió la decisión. En este punto Google hizo una petición formal y ahora ha sido apoyada por la EFF con un documento en donde 77 científicos de alto nivel en cómputo indican la necesidad de tomar unas decisión pues interrumpió décadas de expectativas establecidas de que las API no son factibles de ser propiedad intelectual de nadie. Esto reitera los argumentos hechos en una petición pasada, hecha por científicos de cómputo eminentes que dijeron que: “la libertad de re-implementar y extender los APIs existentes ha sido la clave de la competencia y el progreso en el campo del cómputo, tanto en hardware como software” agregando que “el que tengan derechos de autor bloquearían la innovación y harían que los diferentes sistemas fuesen incompatibles”.
En julio del 2015 la Suprema Corte declinó el considerar el tema de los derechos de autor. Esto lo hizo después de pedir consejo al Procurador General de los Estados Unidos (de la Administración de Obama), que sugirió que los APIs podrían ser sujetos de los derechos de autor.
En el segundo juicio de Oracle vs Google, ganó inicialmente la segunda empresa, pero entonces el Circuito Federal revertió la decisión. Por lo tanto, Google pide de nuevo una revisión judicial que a decir de la EFF: “la Suprema Corte tiene otra oportunidad de corregir este lío”.
Habrá que ver qué ocurre, pero claramente si la Corte favorece la posibilidad de los derechos de autor en el software, provocaría un alud de demandas entre empresas de desarrolladores. Vamos, hay más que dinero en estas demandas, se juega el futuro del software.