La NASA ha estado haciendo estudios sobre las condiciones que los astronautas enfrentan cuando pasan largos períodos fuera de la gravedad terrestre. Esto sin duda tiene que ver con la idea de mandar a Marte una tripulación humana. Es claro que hay que analizar todas las posibilidades que pueden darse en un trayecto que puede durar unos 9 meses si todo va bien.
Ahora un nuevo estudio ha encontrado que los viajes espaciales pueden cambiar el volumen de la materia gris en diferentes partes del cerebro, lo cual podría ser simplemente resultado de fluidos que se desplazan debido a la falta de gravedad. Otra posibilidad es que sea el propio cerebro que esté trabajando horas extras para re-aprender los movimientos básicos en un nuevo entorno poco familiar.
Es un hecho de que los humanos evolucionaron dentro del entorno que es la Tierra, por lo que no es sorprendente que ocurran cosas inesperadas en el tema de salud cuando se trata de personas que han estado sujetas por mucho tiempo a la ingravidez. Sin la gravedad, la cual constantemente está empujándonos contra la Tierra, los músculos comienzan a perder masa, algo que ha sido evidente en la Estación Espacial Internacional y que se ha tratado de mitigar con un programa de ejercicios riguroso.
La radiación cósmica, por otra parte, puede ser un fuerte problema porque una vez que se deje la protección del campo electromagnético de la Tierra, se pueden producir alteraciones en el DNA de los astronautas, asunto que ya ha ocurrido.
Este nuevo estudio, conducido por científicos de la Universidad de Michigan, se enfoca ahora en el cerebro de los astronautas. El equipo de investigadores hizo tomografías de 26 astronautas, 12 de los cuales estuvieron solamente dos semanas en el espacio contra otros 14 que vivieron al menos seis meses en la estación espacial.
En todos los casos, el volumen de la materia gris se incrementó y se decrementó en diferentes partes del cerebro, y entre más tiempo pasaron los astronautas en condiciones de ingravidez, más cambios se encontraron.
«Hallamos grandes regiones de materia gris que se decrementaron en volumen, lo que podría ser una redistribución del fluido cerebro espinal en el espacio», dice Rachael Seidler, investigadora principal en este estudio. «La gravedad, no disponible en este caso para empujar los fluidos hacia abajo es lo que hace que los rostros de los astronautas se vean como más gordos. Esto puede resultar en un desplazamiento de la posición del cerebro o de la compresión del mismo», indicó.
El desplazamiento de fluidos debido a la falta de gravedad puede provocar -se sabe- todo tipo de problemas de salud, por ejemplo, el conocido de la visión borrosa. Sin embargo, hay un lado bueno, uno de las mediciones más marcadas sobre la materia gris ocurre en las partes del cerebro responsables de controlar y sentir las piernas.
Esto, proponen los investigadores, podría deberse a que moverse en gravedad cero es una experiencia completamente diferente a estar sobre la Tierra, lo cual significa que los astronautas estarían esencialmente aprendiendo a caminar de nuevo.
«En el espacio, esto es un ejemplo extremo de neuroplasticidad en el cerebro porque se está en un entorno de microgravedad por 24 horas al día», dice Seidler. «El comportamiento puede regresar a lo que llamamos normal, pero la manera en que el cerebro controla el comportamiento puede cambiar».
Los investigadores no están muy seguros qué es lo que pasa cuando ocurren estos cambios, pero puede ser el resultado de neuronas creando nuevas conexiones. Un siguiente estudio examinará qué afecta estos cambios que puede tener una persona en sus funciones cerebrales y cognitivas, así como por cuanto tiempo se mantendrán estos cambios antes de regresar a la Tierra.
Referencias: New Atlas, University of Michigan