Yo creo que en general, el problema de los virus de computadora es ya un tema obsoleto. Prácticamente Windows, el sistema operativo más atacado por los virus, se encuentra defendido por alguno de los programas antivirus más populares, eso sin considerar que la propia compañía, Microsoft, ha puesto en su sistema alguna versión llamada Windows Defender.
Hoy en día hay aún algunos fabricantes de antivirus: Panda, Kaspersky, Norton y AVG, por mencionar algunos de los que en estos momentos recuerdo. Todos ellos funcionan más o menos igual: se instalan en la computadora y cada cierto tiempo este tipo de programas actualiza sus archivos vía Internet, en donde residen las firmas de los virus, que no son otra cosa que una secuencia de bytes que identifica un potencial peligro para el sistema.
Las empresas que escriben código antivirus analizan todo virus nuevo que les llega y lo estudian para hallar qué hace y cómo lo hace. Esta es una labor que a veces es complicada porque es simplemente hacer ingeniería en reversa, es decir, ir del código ejecutable al código fuente, para comprender qué tipo de daño puede causar el programa malicioso. Esto es un proceso que lleva tiempo y se requiere de especialistas para analizar.
Por ello mismo, si sale un virus potencialmente peligroso, los fabricantes de antivirus se aprestan a dar la noticia porque saben que el alarmar siempre tiene algún éxito. Por ejemplo, cuando McAfee dio la noticia del virus “Miguel Ángel“, que se echaría a andar en la primera hora del 6 de marzo, día de nacimiento del pintor y escultor, se generó una ola de pánico y McAfee, aunque tenía una solución gratuita para este particular virus, logró vender su sistema completo a mucha gente asustada en esos días.
Es un hecho que las alarmas sobre “virus que no tienen cura”, que se envían en alertas de correo electrónico, son en general falsos, pero pululan por la red porque muchos usuarios se asustan fácilmente y son tan buenas personas, que reenvían todos estos mensajes de advertencia sin saber si son ciertos o no, o nomása por no dejar.
De hecho, no existe un virus que no pueda ser desactivado. La razón es que hay un número máximo de posibles maneras de “infectar” una computadora y todas ellas se conocen. Por lo tanto, estas amenazas de virus que “pueden sacar la información de tus números de tarjetas de crédito, monitorear tus enlaces a la red y quemar físicamente tu unidad de disco duro”, son falsas (de toda falsedad, como diría un locutor en la televisión). Desde luego, puede haber algún programador de virus que busque destruir la información del disco duro, pero entonces su programa viral moriría con esa acción, y los programadores de este tipo de código malicioso, lo que quieren es que el virus pase a otras máquinas, no que se muera por una acción que podría borrar el disco duro en el peor de los casos, más no quemarlo.
Pero este desconocimiento de la mayoría de los usuarios hace que se alarmen innecesariamente. Por ejemplo, un fabricante popular de antivirus puede checar toda la computadora y salir con “n advertencias”, que no son necesariamente virus, pero que al usuario común y corriente le asustan porque “el programas me marca advertencias”. En mi opinión, estas advertencias en muchas ocasiones no son siquiera peligrosas, pero están creadas así para que el usuario del antivirus vea lo funcional que es y entonces, al vencerse la licencia, decida renovarla. No se me ocurre sino para qué alarmar sobre “las cookies“, por ejemplo.
Me es claro que hay que tener algún sistema antivirus en la computadora, porque nunca está de más, pero la realidad es que ahora los sistemas operativos han tomado sus previsiones y los creadores de virus tienen que hurgar cada vez más en las profundidades de las bibliotecas de desarrollo (APIs), para hallar la forma de mantener a su código malicioso con vida. En mi opinión, los virus son un problema del pasado que las empresas antivirus buscan de alguna manera mantener vivo porque finalmente, de eso viven.