Hace unos días en las redes sociales apareció la noticia de que un león impresionante llamado Cecil, símbolo de Zimbawe, fue cazado por -primero dijeron, un español- pero ahora se sabe que el cazador es un estadounidense. Y desde luego, la noticia es reprobable porque seamos francos, esto de la cacería a cuanto animal se nos pone a tiro es un extraño deporte en donde el cazador tiene todas las ventajas. Se han visto cacerías de elefantes incluso con cazadores en helicópteros. Así, no entiendo ni siquiera el chiste de cazar a un animal que no se puede defender, que no tiene ni lejanamente el poder destructivo que un ser humano puede tener en un momento dado.
Por otra parte, hay un buen número de especies en extinción e incluso algunas de ellas están en santuarios y zonas reservadas. Aún así, hay cazadores que quizás se sienten aún más atraídos por el reto que representa matar a un animal que se busca proteger. En otros casos, tenemos que la cacería es legal en algunas partes. Un amigo alguna vez me contó que su pasatiempo era matar patos. Yo le comentaba que me parecía ridícula semejante acción pero me indicaba que los cazadores de patos respetan las temporadas de veda y que hoy en día había más patos que nunca.
Pero sin entrar en polémicas sobre la cacería de animales, el autor de haber matado al león Cecil fue un estadounidense llamado Walter Palmer, de profesión dentista en su país. Se dice que pagó unos 55 mil dólares por acabar con Cecil, un majestuoso león de unos 13 años de edad. El león en cuestión tenía un collar GPS, que le quitaron los cazadores, y que era parte de un proyecto de investigación. Parece ser que primero hirieron al animal usando arco y flechas y después de seguirlo por cuarenta horas, lo mataron con un arma de fuego.
De acuerdo con el periódico Telegraph, el dentista es un asiduo cazador que es capaz de partir en dos un naipe con su arco y flechas a una distancia de unos 30 metros. También, se ha dicho, tiene el talento único de crear fantásticas sonrisas que complementan la estructura de los dientes, el tono de la piel y los atributos faciales. Sin embargo, debido a que la noticia de la muerte de Cecil a manos de este personaje, ha hecho que éste empiece a padecer la condena de las redes sociales incidiendo incluso en su vida profesional.
Comentarios como el de Luis R., en Miami, es típico: “uno de los peores seres humanos en el planeta. Caza animales en peligro de extinción por diversión. ¡No haga tratos con este hombre!”. Otros cuestionan si nos atreveríamos a ir con alguien que pusiese su torno de dentista en nuestra boca sabiendo que es responsable de la muerte de este león: “Este MONSTRUO, el Dr. Walter Palmer, un dentista de Minnessota, pagó 35 mil libras para disparara y matar a Cecil, un león amado en la zona, con arco y flechas. ¿Le confiarías el cuidado de tus dientes?”.
De acuerdo a su sitio web (el cual ha sido cerrado, así como su página en Facebook), el Dr. Palmer ama la vida exterior. Se le puede ver “tomando fotografías” de la hermosa naturaleza en todo el mundo. Lo que el sitio no dice es que él ha participado en cacerías ilegales llevándose trofeos de especies protegidas. Y hay internautas que se expresan entonces así: “Si apoyas la extinción del planeta de los animales más hermosos en peligro, dale a ese psicópata tu dinero. Si te importa algo, evita a este asesino como la plaga”.
El clamor en contra de este dentista se ha viralizado y sin duda hasta que no se olvide el incidente (cosa que puede llevar de unos días a unos meses), será difícil que Palmer pueda siquiera ejercer como dentista. De pronto en Internet, las redes sociales se han erigido como jueces impasibles que son capaces de discernir cualquier acto humano y valorarlo con una ético y/o moral impoluta. Independiente de este particular caso, me parece que estamos dando demasiado poder a estas opiniones que se expresan en las redes sociales.