Arthur C. Clarke dijo alguna vez que «Toda tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia». Este parece ser el caso de Waze, una aplicación creada para los teléfonos, que puede guiarnos de un punto a otro de la ciudad, indicándonos el camino a seguir. La aplicación usa el GPS para ubicar donde está el vehículo, y a partir de ahí -y dada la dirección hacia donde queremos desplazarnos- el sistema hace la ruta (o las rutas) y decide cuál debe tomarse. El sistema va avisando, vía mensajes de voz, donde debe uno dar vuelta a la derecha, además de que avisa con la anticipación adecuada. Más aún, es lo suficientemente sobrio para no molestar o importunar con mensajes de voz a todo momento.
Pero ¿cómo funciona Waze? Desde luego -como ya dijimos- usa el GPS para precisamente ubicar en todo momento el vehículo y su posición en la ciudad. Tiene además que calcular la ruta hacia donde uno quiere ir. Imagínese que se trata de un laberinto por demás intrincado, en donde Waze tiene posición inicial y final del trayecto y que hay que hacer una ruta del inicio al final del mismo. Pero además, si uno cambia la ruta por las razones que sea, Waze rectifica entonces y crea al vuelo una nueva ruta. Parece fácil, pero créanme, no lo es. De hecho, el planear las rutas en un problema que tiene su raíz en problemas planteados en la Inteligencia Artificial, en donde se trataba por ejemplo, de tener una configuración inicial de cubos y había que llegar a una configuración final. El programa «inteligente» tenía que hallar los pasos para generar la solución por lo que debería planificarse todo este asunto.
Waze es además una aplicación social de tránsito en tiempo real (desarrollada por Waze Mobile), la cual es ahora propiedad de Google, desde junio del 2013, aunque la empresa fue fundada en el 2008 por Uri Levine, Ehud Shabtai y Amir Shinar, llamando inicialmente al servicio Linqmap. Para noviembre del 2012, Waze lo usaban unos 4.8 millones de usuarios en el continente americano y más de 30 millones de usuarios a nivel mundial. Para mediados del 2013, Waze tenía registrados unos 50 millones. Los usuarios de Waze – «Wazers», y a diferencia de los software de navegación asistida por GPS tradicionales, éste es mantenido por los usuarios y aprende de las rutas recorridas por sus usuarios para proveer información de enrutamiento y actualizaciones de tráfico en tiempo real. Gracias a esta idea social, los usuarios pueden reportar accidentes, congestiones de tráfico, controles de velocidad, puntos de interés entre otros.
Esta es -en mi opinión- una de las aplicaciones más complejas de escribir sin duda, pero de las más interesantes, pues usa una serie de recursos externos como los mapas, algoritmos que deben ser muy rápidos para calcular las rutas, el modo gráfico que permite mostrar el mapa del lugar por donde vamos pasando, etcétera. Y lo mejor aún, es una app gratuita que está en Android, Windows Phone e iOS. Waze es un ejemplo muy bueno que demuestra la frase dd Clarke. De verdad, parece magia lo que hace.
Referencias: