Uno de los lugares donde he visto más comentarios racistas, homofóbicos o machistas es en las redes sociales, mismo espacio en donde hace unos días fue severamente juzgado Lorenzo Córdova, presidente del Instituto Federal Electoral.
Sin justificar que el funcionario se haya burlado de un grupo indígena y sin meterme más a fondo en el tema de la violación a la privacidad que representa que alguien intervenga, grabe y difunda una conversación telefónica, estoy seguro que muchas de las personas que criticaron este hecho deben estar ahora, como dicen las abuelitas, «mordiéndose la lengua».
Así, usuarios que hace unas semanas estaban riendo en redes sociales con los «mémetls», que se burlan de los estudiantes del Conalep o que usan hastags como #alláentucoloniapobre, ahora critican al titular del INE y hasta piden su renuncia, cuando, sinceramente (insisto, no lo defiendo), esos comentarios no tienen nada que ver con su labor diaria.
Y es que, al burlarse de los chichimecas, Córdova sólo dijo —involuntariamente en público- algo que miles de personas dicen en «lo oscurito» todos los días cuando tachan de «naco» o de «indio» a alguien, o cuando critican a una persona diciendo que es «gorda» o «chaparra».
Con la llegada de las redes sociales, ese tipo de comentarios se han vuelto públicos, aunque son tan socialmente aceptados que a veces pocos lo notan, como con aquellos memes en donde hay dos presuntos albañiles besándose y los usuarios dicen que son aficionados del Cruz Azul, o cuando dicen que no hay microbuses en la ciudad porque juega el América.
Algunos comentarios en redes sociales sobre Córdova (quien sí cometió un error al confiar que su teléfono y su interlocutor eran confiables) son tan incongruentes que hay hasta quien lo ataca calificándolo de, por ejemplo, «hijo de papi», lo cual también resulta ser un comentario clasista.
Nos guste aceptarlo o no, gran parte de la sociedad mexicana es todavía racista, clasista, xenofóbica, homofóbica y machista, por lo que algunos de los golpes de pecho en Twitter y Facebook por las declaraciones del presidente del INE suenan hipócritas y sin sustento.
Por ejemplo, ¿ustedes no conocen a personas que dicen en Twitter que la UNAM (por cierto, la universidad de la que egresó Córdova) es una gran institución pero nunca contratan a alguién que haya estudiado en ella o mucho menos inscriben a sus hijos ahí? ¿O no conocen a alguien que dice en Facebook que respeta a los homosexuales pero no aceptaría vivir con uno? Yo sí conozco a varios.
Y si no me creen, una encuesta levantada en 2010 y 2012 por el Conapred revela datos como que 4 de cada 10 mexicanos no están dispuestos a que en su casa viva un homosexual, o que 24 por ciento de los indígenas aseguran que son discriminados por su acento o por su color de piel.
Además de caer en cuenta de que la filtración de la grabación de la llamada de Córdova tiene más intenciones de atacar su carrera política en vez de denunciar un ataque a los indígenas mexicanos, es importante destacar que hace falta trabajar a nivel educativo (en la escuela y en casa) para que las personas no hagan este tipo de comentarios, ni en privado ni en público, y qué mejor que impulsando que nadie piense en que existen diferencias entre grupos sociales. Es utópico, pero algo se puede hacer.
También esto nos debe hacer reflexionar de lo que es capaz la nueva tecnología, como lo fácil que es grabar conversaciones desde una app y sin invertir en tanta infraestructura como antes, difundir ataques personales de manera masiva en cuestión de horas y hasta hacer públicos nuestros odios y fobias personales.
Insisto, no defiendo lo que dijo Córdova, pero antes de atacar hay que hacer un autoanálisis para identificar si nosotros no hemos hecho, aunque sea una vez, un comentario similar… y si no, pues, ahora sí, a «tirar la primera piedra»… o mejor dicho: el primer tuít. Así de simple.