Quizá muchos recuerden que de niños sus padres les prohibían ir al algún lugar o ver ciertas cosas por alguna razón que para ellos parecía tener muchos sentido, pero que uno no alcanzaba a comprender por completo. Por ejemplo, no poder ir a algún lugar de venta de comida porque era “muy caro”, o ver algún canal de televisión porque transmitía contenido “indigno de ser visto”. Al crecer, no podrán negar que esa sensación sigue latente, y aun cuando somos libres de hacer lo que queramos, hay algo que nos incomoda al llevarlo a cabo, ya que esa prohibición sigue enterrada en nuestro ser.
Pensamos que algo similar pasa con lo que vimos, leímos y escuchamos años atrás. ¿Quién diría que una historieta con “dibujos bonitos” y héroes de ensueño serían tiempo después no sólo un amplísimo tema de plática, sino parte de uno de los negocios más redituables y prolíficos que uno puede encontrar allá afuera?
Ver en la pantalla grande a personajes como los que aparecen en The Avengers o Batman no es más que el afán de otras personas como nosotros por traer a la vida a esos seres que llenaron de emoción nuestros años mozos, y volvernos a provocar una sensación de que “algo grande” se está gestando. Claro, por debajo de eso están los millones de dólares en ganancias generadas a causa de esto, pero eso es harina de otro costal.
Cuando se es niño, uno no suele tener la amplitud cultural suficiente para hallar los pequeños detalles que hacen aún más grandiosas las ideas. Un buen ejemplo es The Simpsons, serie norteamericana con demasiados años de trascendencia internacional; si uno la veía de niño, se reía seguramente del humor más obvio, como los golpes o insultos, pero aún había algo más por descubrir.
Ahora, ver esa misma serie implica comprender de situaciones económicas, políticas y sociales. Conocer nombres de personas famosas a las que se hace referencia y de quienes se hace mofa; estar al tanto de la películas o series de donde se toman prácticamente escenas completas para recrearlas e insertarlas en algún capítulo y ampliar todo el conocimiento geek que tanto nos puede gustar desmarañar para llegar incluso a presumir al respecto con nuestros amigos.
Otro ejemplo es la película Mars Attacks!, filme que nos presenta una invasión extraterrestre con una especie alienígena de apariencia terrible, y situaciones de humor negro que quizá muchos vimos todavía a una edad joven. Si bien lo más disfrutable de este producto son las situaciones cómicas, al crecer y volver a ver la película muchos podrán haberse percatado que una cantidad increíble de actores reconocidos aparecieron a cuadro, mismos que tiempo atrás eran “simples rostros”, y ahora podrían tener un significado diferente para cada individuo, sobre todo si se es cinéfilo de hueso colorado.
Los ejemplos pueden ser infinitos, pero aquí hemos mencionado algunos de los más populares. Seguramente el lector tendrá muchísimos más en mente, y nos gustaría que los compartiera con nosotros, pero sobre todo que nos cuente cómo es que la cultura geek ha influido en su vida, y qué ha hecho para seguirla transmitiendo entre sus conocidos.
Este artículo no tiene el afán de fungir como una aseveración de que absolutamente todos nuestros visitantes deban pensar exactamente como su autor; es, más bien, una perspectiva que muchos podrían compartir en la sociedad global donde coexistimos. ¡Esperamos sus comentarios!