Científicos de la Universidad de San Diego y la Universidad de Harvard han dado un paso más hacia el camino de la creación, desarrollando la primera membrana celular utilizando una reacción química jamás antes vista.
Las células son parte fundamental de todo proceso natural. El ser humano está compuesto por cientos de billones de estas, de este modo, se podría decir que estos microscópicos organismos son la esencia de la vida.
Con la fabricación de la primera membrana celular auto-ensamblada, los científicos se han acercado más a la posibilidad de crear vida de forma artificial, demostrando también, algunas teorías sobre el verdadero origen de la vida.
Aún se desconoce de dónde o de qué manera se formó la célula que le dio vida al primer organismo que haya existido sobre la tierra; pero avances como el descubierto por el equipo de Deal Devaraj, profesor asistente de química en la Universidad de San Diego, podrán revelar la forma en la que un organismo originalmente inerte pasó a tener vida.
La forma en la que se realizó esta creación es, lo que yo llamaría, elegantemente sencilla. En principio se utilizó una solución acuosa de aceite y detergente; luego, iones de cobre fueron añadidos a la mezcla para después observar la aparición de vesículas y túbulos en pequeñas gotitas de aceite formadas por esta combinación; al cabo de 24 horas, esas minúsculas gotas se habían consumido debido al auto-ensamblaje de las membranas artificiales. En otras palabras, los científicos crearon un ambiente idóneo para alimentar lo que evolucionaría en una membrana celular viviente.
Otro equipo del Instituto Craig Venter, había proclamado con anterioridad la producción de una célula bacteriana que se auto replicaba; sin embargo, esta “primera” célula artificial no era del todo artificial: El genoma que actuó como vehículo de información de esta fue lo único creado por el hombre, ya que el resto pertenecía a una célula de origen natural que se utilizó para el experimento. El Profesor Deveraj restó importancia a este descubrimiento al llamarlo banal y cotidiano.
No cabe duda que, como humanidad, nos acercamos cada vez más a conocer nuestro verdadero origen. Hecho que cambiará todos los conceptos que tenemos sobre la religión y el papel que jugamos en el tejido de la creación.