Los gobiernos en todo el mundo buscan siempre formas de hacerse de recursos. Muchas veces se les ocurren ideas extravagantes. Por ejemplo, el impuesto a puertas y ventanas, que data de 1858, cuando el presidente de México, Antonio López de Santa Anna, decretó una contribución de un real por cada puerta, y cuatro centavos por cada ventana de las casas. Y desde luego que hoy en día muchos de estas ideas simplemente no podrían prosperar por las críticas que encontrarían. En otros casos los gobiernos logran crear y mantener un tributo por muchos años, como el impuesto que se llamó “tenencia”, que iba a durar dos años y que serviría para pagar las Olimpiadas de 1968 en México, y que se mantuvo por más de 40 años.
En la República africana de Benin, el gobierno se has unido a la tónica creciente de cargar con un impuesto el uso de Internet y las redes sociales. Se propuso en julio una cuota de 5 francos ($0.008 de dólar) por megabyte consumido a través de servicios como Facebook, Twitter o Whatsapp. Introduce además un impuesto de 5% para quienes usan los servicios de mensajería por texto y llamadas.
Obviamente a nadie tiene contento esta medida. La nueva ley ha sido ya denunciada y e ha hecho uso del hashtag #Taxepamesmo (no le pongas impuestos a mis megabytes) para apoyar la idea de cancelar la medida. De hecho, este impuesto puede provocar una brecha mayor entre pobres y ricos y entre aquellos que pueden acceder a la tecnología y a los que se quedarán sin ella. La democratización prometida de Internet puede venirse abajo por el costo que bien podría ser prohibitivo para algunos usuarios.
Las naciones africanas del oeste se han unido a esta medida de poner impuestos al uso de Internet, el cual introduce nuevas cuotas por acceder al espacio digital. El mes pasado, Zambia aprobó un impuesto a las llamadas por Internet para así proteger a las empresas de telecomunicación. En julio Uganda introdujo también un impuesto por acceder a 60 sitios web y a las apps de las redes sociales, incluyendo Twitter y Whatsapp en teléfonos móviles. Los funcionarios gubernamentales de Kampala también incrementaron los impuestos en transacciones de dinero usando dispositivos móviles, de 10% al 15%.
Los apasionados de los derechos digitales dicen que las medidas son parte de un movimiento máss amplio para silenciar a la crítica que se da en las conversaciones en línea en las redes sociales, por ejemplo. La adopción de estos impuestos, dicen, podría tener un impacto costoso no solamente para la democracia y la cohesión social, sino para el crecimiento de la economía, la innovación y la neutralidad en la red. La empresa Paradigm Initiative, en Nigeria, que busca trabajar en el avance de los derechos digitales, ha dicho que está preocupada de que Nigeria siguiera los pasos de Uganda y Zambia y empezaran a cobrar por los servicios que ofrecen las redes sociales.
Es claro que ante el concepto de que no hay dinero que alcance y además, el hecho de que los gobiernos no tienen llenadera, este tipo de impuestos a la larga puede ser peor para el país que busca imponerlos. Vamos a ver si la tendencia sigue o de plano se termina por imponer cierta cordura y sentido común.