En la actualidad parece que todo gira alrededor del celular. Me refiero a “todo” desde el punto de vista tanto de trabajo como social. Cualquier teléfono inteligente moderno es capaz de administrar una cuenta de correo y a través de ella, lograr “trabajar” a distancia. Por otro lado, las redes sociales cobran sentido con la movilidad. El poder transmitir sensaciones, fotografías y momentos desde el lugar dónde se originan es la pieza mágica que no teníamos antes de los smartphones y las redes celulares.
En esta carrera por mantener el liderazgo en los dos frentes (personal y de trabajo) parece que la competencia se ha concentrado en empresas: Apple y Google. Con orígenes completamente diferentes, la primera comenzó fabricando computadoras pero siempre he afirmado que es una empresa que desarrolla excelente software. El efecto “mágico” que muchos encuentran al usar sus productos se debe precisamente al software, no a los fierros y, por supuesto, a permanecer como un sistema cerrado (no existen computadoras ni celulares “compatibles” con Apple). El músculo que han desarrollado con el tiempo sin duda los coloca como una opción de referencia para diversos sectores en esta industria, los logros de Steve Jobs y su equipo de trabajo son remarcables, tanto, que sirven muchas veces como referencia hacia otras industrias. Aunque en los últimos años no han lanzado nuevos productos, mucha gente espera siempre algo nuevo y revolucionario por parte de Apple.
Por otro lado, Google es una empresa que nació como un proyecto de Stanford ofreciendo búsquedas en Internet y que descubrió una mina de oro vendiendo anuncios y creando un sistema para subastarlos (así los interesados pagan más y todo es auto-servicio). Ese modelo de negocios les ha representado ganancias inimaginables en un tiempo récord, combinado por supuesto con sus famosos “algoritmos de búsqueda” en donde parece que mágicamente encuentra lo que necesitamos en el momento. Google ha creado una referencia indiscutible a la hora de buscar y manejar información en la red y ya se ha convertido en verbo: “guglear”. Decididos a vender anuncios también en los celulares, entran al mercado hace recientemente poco tiempo y lo que han logrado es remarcable. Ofrecen “sin costo” el sistema operativo Android a quién quiera instalarlo. Trabajan “de la mano” con los principales fabricantes de celulares para lanzar nuevas versiones. Sin duda alguna tomaron algunas (o tal vez más que eso) ideas del sistema de Apple. Basta ver las dos plataformas para darse cuenta que se parecen demasiado.
Vengo regresando del evento anual de desarrolladores de Google. Presentaron mejoras en sus productos y servicios y encuentro muchas “coincidencias” en los rumbos que están tomando ambas firmas… La nueva versión de Android sin duda me recordó a Apple. Con esa exquisita forma de ofrecer la información en la pantalla (en este caso del celular) ya se le quitó en forma definitiva lo “nerd”: no son sólo ingenieros creando conceptos para ingenieros. Ya es una batalla campal entre las dos firmas que antes solían trabajar juntas, pero el destino las separó, pues finalmente, le quieren vender lo mismo a los mismos clientes. Tanto Google como Apple ofrecen celulares, tabletas, computadoras, música, películas y todo lo que el consumidor final se le pueda ocurrir.
No hay un ganador definitivo por el momento y me temo que no habrá. Es una muy larga carrera de resistencia (que estará llena de buenas y malas decisiones). Existe el espacio y las condiciones para tener dos grandes jugadores en esta área. El asunto con Apple es que es un sistema cerrado y sus clientes deben permanecer leales a la marca si no quieren perder compatibilidad, funciones y, lo peor, dinero en sus compras digitales. Por otro lado, Google ofrece la idea de libertad absoluta, pero de alguna forma parece favorecer ciertos productos de ciertos fabricantes. Un doble y complicado juego tal vez. Apple se ha reservado siempre a no venderle a las masas, conservando sus precios y concepto de “alta gama”. Google y los fabricantes que usan Android quieren vender otros 1,000 millones de teléfonos (sí, mil millones) a los países del tercer mundo (ejm, perdón, “en vías de desarrollo” para ser políticamente correcto).
¿Y Microsoft? Algunos se preguntarán. Por más que sigue haciendo esfuerzos para colocar la versión móvil de un operativo que nomás no nació móvil, queda –por el momento y hasta nuevo aviso- en ese eterno tercer lugar. Compró al otrora titán de la telefonía celular (o lo que quedaba de él) pero no pasó nada espectacular. Tiene su nicho de mercado pero está a años luz de la integración de servicios y funciones que ofrecen tanto Google como Apple. Le falta ese asunto “cool” que nomás no tiene la marca. ¿BlackBerry? Otro que perdió el camino al tardarse demasiado en sacar nuevos productos y poder seguir la vertiginosa cuesta hacia arriba de la innovación. Y, por supuesto, los desarrolladores no consideran de primera instancia a estas dos plataformas para ofrecer sus más exitosos títulos.
Entonces, ¿Apple o Google? Lo más interesante de todo esto es que los consumidores tenemos absoluto poder de decisión y siempre podremos irnos por un lado o por otro. Y si no nos gusta, probar de nuevo. Ojalá y así pudieran ser muchas cosas en la vida, ¿no?