Veo en Facebook el post de alguien que –según yo- nunca ve el futbol, pero comparte una serie de videos de YouTube en donde, apelando al fair play (o “juego limpio para los que odian los anglicismos), diversos jugadores de selecciones y clubes de otros países fallan penales a propósito o le dicen al árbitro que cambien su decisión.
Los videos están padrísimo y hasta conmovedores, pero en ningún caso se trataba de un torneo importante o se jugaban el pase a una final, pero esta persona exigía que la Selección Nacional debió haber hecho lo mismo durante la semifinal de la Copa Oro 2015, en donde el Tri salió beneficiado después de que el árbitro le marcara a su rival en turno (Panamá) un penal, el cual, supuestamente, era inexistente.
Durante ese juego, que se disputó el pasado miércoles por la noche, los usuarios de las redes sociales estaban volcados en críticas contra el pésimo juego que había presentado la Selección y que estaba a punto de constarle la eliminación del torneo, pero el penal de último minuto despertó una polémica, que primero se centró en si había sido o no penal y que luego se convirtió, gracias a las opiniones de los comentaristas de la transmisión de televisión, en si debían o no anotar convertir en gol el penal.
Finalmente, Andrés Guardado, el jugador que ejecutó la pena máxima, anotó tras una excelente ejecución, lo que ahora despertó el debate tuitero y feisbuquero sobre si había hecho bien o mal, pero todos nos fuimos a dormir sin ponernos de acuerdo.
En la mañana del jueves, en un programa de radio, escuché al experto en deportes de ese espacio, un personaje que suele ser ecuánime y centrado, diciendo que lo único que hizo la Selección fue hacer su partido y que los errores del árbitro no se le podían achacar a los jugadores, lo cual me pareció muy lógico porque no se trató de un engaño premeditado de parte de un jugador… como sí sucedió con el delantero Oribe Peralta unos días antes cuando se tiró en el área al final del partido contra Costa Rica.
Pensar, como hizo este conductor de noticias radiofónicas, que el futbol es más que un negocio, es pecar de inocente, porque sí lo es, además de que se hizo popular gracias a que la televisión encontró en él una excelente forma de hacerse llegar dinero (y que hoy superó a las telenovelas y noticiarios en ingresos por publicidad); del mismo modo, los aficionados a este deporte siguen a sus equipos favoritos a través de la TV, apegados a los horarios y condiciones que marca un programador que toma decisiones con base en los momentos en que más gente está pegada a la pantalla del televisor.
Como hemos dicho otras veces en este espacio, nada en la vida se cambiará “a tuitazos”, por lo que quejarse en las redes sociales y echarle la culpa de los males del País a un partido de futbol tampoco es buena opción. ¿Entonces qué se puede hacer?
Como dejar de ver futbol no es la mejor opción para muchos que ya (nos guste o no aceptarlo) nos “enajenamos” con este deporte, una de las mejores soluciones es aplicar la tecnología que ya está disponible a nivel mundial.
Por ejemplo, en el basquetbol de la NBA o en el futbol americano de la NFL, una jugada dudosa como la que le dio el empate a la Selección Nacional se hubiera resuelto en unos minutos mediante la revisión del video que captan la media docena de cámaras que están cerca de la jugada y que le dan a los árbitros un mayor número de ángulos para tomar una decisión (hoy, la deben de tomar en un par de segundos).
Y no es que la NBA o la NFL estén libres de casos sospechosos (¿se acuerdan de los balones desinflados del año pasado antes del Super Bowl?), pero estas acciones le dan un poco más de claridad y justicia a lo que sucede en la cancha. Basta con un monitor, algunos cables, un reproductor de video, una antena ¡y listo! Nada del otro mundo para implantarlo.
Para otras jugadas dudosas, como el fuera de lugar o si el balón entró o no a la portería, ya existen equipos y sensores especiales que sólo están esperando la autorización del máximo organismo del futbol para poder implementarlos… pero, por ahora, parece que la FIFA tiene otros asuntitos más urgentes que resolver y que involucran el futuro del negocio.
La justicia deportiva no existe, es parte del juego y sus costos deben estar calculados desde el momento en que se acepta participar en él, pero la tecnología puede ayudar a que ese sueño esté un poco más cerca de convertirse en realidad (o, al menos, jugar con reglas más claras).
Asimismo, discutir por horas en redes sociales y medios de información un resultado que ya quedó atrás tampoco resuelve mucho, ya que el debate debería estar dirigido al cambio de las reglas y no a un marcador o una decisión que ya no se pueden cambiar.
Y si nos ponemos “intrigosos”, pues gastar tanto tiempo en estas discusiones o en las de temas como las de un divorcio en lo más alto de la clase política o si una diputada perredista pide que se expulse del País a Laura Bozzo nos distrae de asuntos verdaderamente importantes, como el de los 43 de Ayotzinapa, el de los maestros de Oaxaca, el del precio del dólar, el de las reformas en la educación y la economía, el de un moderno avión que está por llegar o el de un peligroso narcotraficante que se escapó de la cárcel y que querían las autoridades de Estados Unidos. Digo, por mencionar algunos.
Así que sería bueno centrarse en lo verdaderamente importante y enfocar nuestros tuits y posts de Facebook en propuestas a futuro y no en querer cambiar el pasado. Por ahora, proponemos que en el futbol se acepte la revisión en video de las jugadas dudosas.
Así de simple.