Karen Sandler tiene una condición cardiaca, lo cual significa que necesita un marcapasos/desfibrilador para evitar una muerte repentina. Por ello un día Sandler se preguntó: ¿cómo funciona el software de mi marcapasos? Evidentemente para ella será probablemente imposible entender la tecnología que está instalada dentro de su cuerpo y de la que depende su vida. Las autoridades, de hecho, tampoco saben lo que Karen ignora. Ellos no revisan ni verifican que el software dentro del marcapasos haga correctamente sus funciones.

Así que simplemente, Karen Sandler tiene que confiar de que el vendedor le está diciendo la verdad y que el aparato se comporta correctamente. Y la pregunta, creo yo, es legítima: ¿Cómo sabemos que el software trabaja tal y como se anuncia? ¿Cómo podemos asegurarnos de esto? ¿Y qué pasa si algo sale mal y el vendedor trata de cubrir sus errores? o peor aún, ¿Qué sucedería si el fabricante va a la quiebra y ya no da soporte a los dispositivos que creó?

En los Estados Unidos ya hay jurisprudencia en este sentido, es decir, casos anteriores sobre temas al menos parecidos. Sandler dice que en los casos que revisó, halló que la evidencia del fiscal fue poco confiable porque se basaba en el software que probablemente había ejecutado alguna acción equivocada y probablemente eso no podría probarlo en la Corte. Sin embargo, esto podría ser una buena razón para demandar que los fabricantes pongan su código fuente accesible a quien lo deseé ver.

Karen Sandler (cortesía Linux.conf.au)

Y a pesar de los argumentos de la abogada, tener el código fuente no garantiza nada. Para ello tiene que entender qué hace el dispositivo y cómo lo hace. Con ese mismo criterio, deberíamos pedir que se nos entregue el código fuente del tomógrafo, lo cual pensándolo un poco, parece absurdo en muchos sentidos.

Como sea, el cuestionamiento de Sandler es interesante y supongo que pronto sabremos si la Corte decide hacerle o no caso.

Fuente: ZDNet