El pasado 2 de abril por fin terminó la espera, se estrenó la última entrega de la saga Rápido y Furioso. Miles de fanáticos acudieron a las salas de cine para disfrutar de la acción, las persecuciones y recordar al fallecido Paul Walker, pero alguna vez ¿Te has preguntado que hacen con los automóviles destruidos?
Con esas escenas de acción era lógico que los autos se destruyeran, en las primeras películas la producción no se preocupaba tanto por los autos destruidos, iban y los dejaban en los lotes de desecho, pero había gente que se enteraba y acudían a tratar de restaurarlos, esto en sí no es malo, el inconveniente es que si se sufre un accidente en estos autos reconstruidos y los dueños saben que formó parte de una película pueden demandar a la casa productora.
En la última película se destruyeron 230 automóviles, después de terminar las grabaciones los autos fueron guardados en el Monarch Ski Resort, pero tuvieron que ir a retirarlos debido a que se acercaba la fecha de apertura.
En la carretera de Bonnie’s Car Crusher, vieron un letrero que decía “We buy junk cars” (compramos autos chatarra), el dueño del lugar Richard Jansen aceptó los autos que le ofrecía la producción, entre ellos un Mercedes-Benz, Mitsubishi Montero y un Ford Crown Victoria, los autos fueron trasladados en un semiremolque lo cual provocó que la entrega durara varios días.
Los cineastas le insistieron al dueño que triturara y aplastara todos los autos, para que nadie pueda tener acceso a un automóvil dañado y mucho menos que intenten repararlo para que el resultado final no sea un accidente.
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Fuente: The Wall Street Journal