Esta semana, el tren del mame de las redes sociales tuvo que abrir nuevas corridas debido a la cantidad de temas de interés general que surgieron desde el domingo, cuando nos sorprendió la muerte del cantante Juan Gabriel.

Como pocas veces, se vio un consenso en las redes sociales sobre algún tema, ya que la mayoría tenía una opinión positiva del intérprete de “Pero Qué Necesidad”, y los que se atrevía a decir algo en contra de él, eran rápidamente silenciados por los demás, ya que lo políticamente correcto en ese instante era alabar al buen Juanga.

De cuando todos deben ser políticamente correctos

En las redes sociales, ir en contra de lo políticamente correcto, te convierte en un mentiroso, vendido, insensible, mal mexicano y traidor, por lo que todos deben odiar a Televisa, dar por hecho que el América compra árbitros, descalificar al presidente y decir que la UNAM es un gran templo del saber del cual todos debemos estar orgullosos.

Pero lo que sucede en los oscurito, es decir, en la vida real, es que “La Rosa de Guadalupe” y “Sabadazo” tienen altos ratings, el América es el equipo más popular de México (algunos dicen que el segundo), el presidente (que se descalifica solito), y hay empleadores que nunca contratan a egresados de la UNAM o hay padres que jamás inscribirían a sus hijos en alguna de las carreras que imparte (conozco gente que hasta le da miedo caminar dentro de CU un martes al mediodía).

Precisamente, la UNAM fue uno de los trenes del mame que partieron esta semana en las redes sociales, ya que el director del canal de televisión de la Máxima Casa de Estudios (hubo gente que hasta ahora se enteró que la Universidad tenía un canal de TV), Nicolás Alvarado, se atrevió a ir en contra de los políticamente correcto y expresar “en público” que no le gusta Juan Gabriel.

La UNAM también tiene cosas feas

Soy egresado de la UNAM y hay muchas cosas que no me gustan de ella, como su enorme e ineficiente burocracia, la resistencia al cambio en muchos de sus académicos y funcionarios y, especialmente, las grillas internas de personas que se aferran a huesos ridículos que les garantizan un pequeño poder con el que aseguran que su ego o sus bolsillos estén alimentados durante años.

Cuando estaba en el CCH Naucalpan, una vez escuché a Pedro Ferriz de Con diciendo que la UNAM era “una universidad fea”, por lo que tomé la Sección Amarilla y busqué el teléfono de la cabina de Stereo Rey (hoy MVS) para reclamárselo. Mi enojo fue mayor cuando no comentó nada respecto a la llamada que me había tomado alguien de la producción, pero de ahí en adelante me volví más observador y descubrí que, en efecto, la Universidad tiene cosas muy, muy, feas.

La propuesta de Alvarado

Hace unos días, Nicolás Alvarado había presentado su propuesta para cambiar TV UNAM, de la cual se destacaba un interesante concepto de generación de contenidos multiplataforma que obligaba a producir activamente programas de televisión y exclusivos para internet o dispositivos móviles, algo que, irónicamente, esta dependencia hacía pocas veces o nunca (¿cuántos programas de TV UNAM han visto entre tú y tu mamá durante los últimos tres años?).

Una semana después lo entrevisté brevemente y su discurso era muy institucional, cuidadoso al referirse a las administraciones anteriores y estaba convencido de que con los pocos recursos con los que contaba, podía sacar adelante su ambicioso proyecto. Me pareció demasiado optimista, pero la visión era interesante.

Culto y mamón

A inicios de año, cuando fue nombrado director de TV UNAM, Nicolás Alvarado fue blanco de ataques de gente que se manifestaba en contra de que él estuviera ahí porque la mayoría lo ubicaba como alguien que pertenecía a Televisa (ahí tenía un programa en Foro TV y colaboraba con Carlos Loret de Mola), pero su experiencia en la televisión pública es más grande, ya que, por ejemplo, durante años ha participado en el programa “La Dichosa Palabra” de Canal 22 y ha sido productor de otros contenidos culturales en otros canales, además de escribir libros y artículos periodísticos.

La personalidad de Nicolás Alvarado tampoco ayudaba mucho a corregir esa percepción, ya que es, como casi cualquier intelectual, una persona de vocabulario elevado, que profundizaba en temas poco conocidos y que transmitía una imagen snob de la cultura, pero con un toque bon vivant que pocas veces se ve en ese mundillo. El director de TV UNAM era un personaje culto y mamón.

Al interior de la UNAM, su nombramiento no causó simpatía en ciertos círculos, que iban desde aquellos que veían amenazada su pequeña zona de confort hasta quienes veían en él a una persona “ajena a la Universidad” o que era demasiado “burgués” para ocupar ese puesto.

Nicolás Alvarado es un intelectual nacido en cuna de oro, que asistió a las mejores escuelas y que no tuvo límites en cuanto a oportunidades académicas y profesionales, lo cual, en una sociedad como la nuestra, atrae más envidiosos que admiradores. Hablar bien de estas personas es políticamente incorrecto, pues.

En sólo unos meses, Nicolás Alvarado se convirtió en uno de los personajes más polémicos (porque “odiados” se oye muy feo) al interior de la UNAM, donde un importante grupo no estaba de acuerdo con su presencia y hasta impulsó una petición en Change.org para que fuera destituido.

La columna y el periodismo de opinión

Pues en ese contexto, a Nicolás Alvarado se le ocurrió ocupar su columna semanal del periódico Milenio (un espacio con el que cuenta desde hace mucho tiempo, no desde que se convirtió en director de TV UNAM) para expresar que no le gusta Juan Gabriel.

Los productos periodísticos se dividen en contenidos informativos y contenidos de opinión, y las columnas pertenecen a esa segunda calificación, junto con los artículos, las críticas y los editoriales. Por lo tanto, Nicolás Alvarado usaba ese espacio para emitir “en público” su opinión personal.

Sin embargo, los argumentos que utilizó para explicar su no-gusto por Juan Gabriel fueron políticamente incorrectos porque iban en contra de lo que estaba opinando la mayoría en ese momento, además de que usó adjetivos desafortunados (como lo de las lentejuelas “jotas” y “nacas”) que, sacados de contexto (como sucedió) eran verdaderas bombas de tiempo que fueron usadas en su contra.

Ir en contra de las buenas formas

Los mexicanos aman las formas. Como cuando la misma mayoría que votó por un candidato de botas y jeans (Vicente Fox) exigió que se vistiera de traje cuando era presidente, un funcionario de la inmaculada UNAM no se podía expresar así de un ídolo del pueblo del que todos estaban hablando bien. Nicolás Alvarado no guardó las formas y dijo en público lo que en ese momento muchos estaban diciendo en lo oscurito para ser políticamente correctos en público.

Sus opiniones fueron expresadas en la columna de un periódico, no en un espacio en el que participara como funcionario de la UNAM, pero en México nadie hace esas distinciones. Así, los usuarios de las redes sociales se descosieron en insultos y críticas hacia los comentarios de Nicolás Alvarado, los cuales emitió en la columna cultural de un periódico, la cual, contrario a la costumbre, ahora sí había sido muy leída.

Esto le dio el argumento final a sus detractores, y la mañana de este jueves fue removido de su cargo (o como se dice en español antiguo: renunció).

Emitir una opinión personal, le costó la chamba, así que es un mito eso de “tu opinión es muy respetable” cuando no vas con lo políticamente correcto… o en contra del sentido que lleva el tren del mame actual.

Un funcionario de la UNAM fue removido a tuitazos. Así de simple.