Hace unos días una chica de 16 años hizo un video de unos tres minutos en donde dice que ha tomado la decisión consciente de dejar la preparatoria donde estudia. Argumenta que el sistema es retrógrado y que ella no quiere esperar toda la vida para realizar sus sueños.
El video se volvió viral y ha habido un nutrido conjunto de videos en donde le responden a la chica en cuestión, indicándole que se está equivocando. Hay desde luego videos en donde la apoyan e incluso, ya la han invitado a que salga en los medios y exprese sus puntos de vista. Una compañía que hace cierta aplicación ya la contrató para que Marcela Aguirre (que es como se llama la protagonista del video original) promueva esta app.
La realidad es simple: es una joven de 16 años que piensa que se puede comer el mundo a puños. No entiende que se requiere cierto tiempo de preparación para poder hacer lo que uno quiere hacer en la vida.
Las escuelas de enseñanza superior implican un grado mucho más fuerte de trabajo estudiantil y en el mundo en el que viven estas niñas, con iPhone de última generación y que además, no les falta nada, creen que todo se merecen y que la satisfacción a todas sus necesidades debe ser inmediata. Es una joven de clase media alta que ni idea tiene de lo que es ganarse la vida. Quizá es el signo de nuestros tiempos.
Yo me pregunto: ¿cuáles son los sueños que tiene esta chica? ¿querrá convertirse en Youtuber acaso?… porque ¿qué sabe hacer como para pensar que puede salir adelante sin necesidad de tener cierta educación, la cual a todo esto, le falta, pues su florido lenguaje no le hace ningún favor?
El punto es que en este país de tantas carencias, tener la oportunidad de estudiar debería considerarse un privilegio. Pero más allá de estas discusiones, Marcela, la joven que conscientemente no quiere seguir estudiando, no se da cuenta de todo el espectro de posibilidades que le dará entrar a estudiar a una universidad.
Tampoco se da cuenta que el mundo está construido por gente que ha estudiado mucho. “La Mars”, como se hace llamar ella, no se ha percatado que ese iPhone que usa tiene tecnología hecha por una buena cantidad de ingenieros en electrónica y cómputo, que se han quemado las pestañas estudiando por años para que ella pueda hacer un video despotricando de la escuela.
Y no se da cuenta tampoco que el mundo está construido así. Ese papel -que ella dice no necesitar- es en ocasiones la manera en cómo la gente puede adquirir un trabajo razonablemente interesante (aunque en muchas ocasiones no esté bien pagado). Y lo que está haciendo al dejar de estudiar por motu propio es que se está cerrando puertas ella sola.
Probablemente habrá trabajos que le interesen pero que no se los darán porque no está suficientemente calificada, porque no puede demostrar con un certificado que sabe hacer lo que debe saber hacer. Y pudiese ser que le diesen el trabajo que ella quiere a alguien que sea menos capaz, pero que se tomó la molestia de estudiar y obtener ese papel que tanto aborrece la señorita.
Triste asunto pero en el pecado lleva la penitencia. No estudiar conlleva un perjuicio que la niña viral no lo notará de inmediato. Si en algún momento tiene que trabajar para vivir, verá probablemente que el salario que le pueden dar no es suficiente, que tendrá que hacer cosas que no le gustan y tal vez se dé cuenta de que fue un error dejar la prepa y los futuros estudios. Quizás tal vez se entere entonces de personas como Malala Yousafzai, quien casi pierde la vida por querer estudiar.
Hoy Marcela Aguirre se volvió famosa por su lamentable video. Yo creo que sus tristes 15 minutos de fama pasarán y tal vez en algunos años ya sabremos cómo cumplió sus sueños. Ya veremos quiénes, al final, son los que se equivocaron.