Sabemos que las redes sociales ya son parte de nuestra realidad; por más que intentemos alejarnos de ellas, no podemos. Incluso para el ámbito laboral, es necesario tenerlas, pues los procesos de reclutamiento muchas veces se basan en lo que publicamos, porque de alguna manera, un perfil en Facebook o Instagram, dirá mucho más de nosotros que un CV que pudo haber sido alterado o inventado.
Además, las plataformas de interacción social son un reflejo parcial de lo que somos; de lo que aparentamos, lo que pretendemos y lo que somos. No todos anuncian la verdad, no todos son tan “cool” como se muestran. No todos se la viven en lugares increíbles todo el tiempo, ni de vacaciones. Bien dice una frase: “No eres artista, ni fotógrafo, ni músico, ni conoces todo… sólo tienes redes sociales.”
Y es que me sorprende cómo casi todo mundo intenta vender una imagen de sí mismo para recibir unos cuantos likes. Hay desde personas que arriesgan su vida para tomarse una selfie, hasta las que hacen lo posible para aparentar ser mejores que otros.
Y no tiene nada de malo, lamentablemente todos hemos caído en lo mismo. Y difícilmente nos podríamos desapegar de tal realidad. Hasta las personas que no publican nada también están denotando quiénes son y porqué. Sin embargo, pese a que los usuarios caigan en la falsedad para sobrevivir en el apogeo de las aplicaciones y redes sociales, también es cierto que nuestros perfiles hablan y demuestran mucho de nosotros; de nuestras inseguridades, complejos y maneras de percibir las cosas.
Pero lo que realmente quisiera destacar es la obsesión que tenemos por estar vigilando a otros. Aunque no lo notemos, ni seamos conscientes, siempre estamos espiando a otros para ver qué hacen, con quién, dónde lo hacen, por qué lo hacen, etc. No por nada se llaman redes sociales. Y todo sería ideal si no llegáramos al punto de la enajenación; si tuviéramos un propósito claro y productivo, pero la realidad es que simplemente nos metemos a Instagram para ver qué publicaron los demás, quién le dio like a qué, cuántos likes recibió la otra persona, etc.
He escuchado veinte mil historias de amistades que tienen múltiples pleitos con sus parejas por estar vigilando lo que hacen mutuamente. Si el novio le dio like a una chica, que quizá sea su amiga, ya es motivo de pleito y las inseguridades salen a la luz: “¿Por qué le diste like?”, “¿Quién es ella?”, “Seguramente ya estás enamorado”, “Me quieres poner el cuerno con ella”, y así… múltiples frases que al final no llegarán a nada. Y lo mismo pasa al revés.
Tal vez el novio le dio like porque simplemente pensó: “Está guapa” o porque solamente es su amiga, y no sale de ahí, no hay ningún otro pensamiento más oscuro o profundo con una conspiración detrás tratando de ver cómo engañar a su pareja. Al igual que las mujeres, los likes a veces son muy ingenuos sin ninguna intención, pero… hay veces en las que los likes también hablan mucho de nosotros, de nuestros intereses y de lo que nos gusta.
Si una persona lleva dándole like a una misma persona todo el tiempo, algo extraño podría interpretarse; eso es un hecho, por muy ingenuas que sean las intenciones. Pero el problema radica, no tanto en saber si las otras personas likean intencionalmente o no, sino en todo el proceso que ocurre en nuestros cerebros para descifrarlo. Y ahí es donde creo que las redes sociales nos hacen mucho daño, porque todo está al descubierto; son un arma de doble filo… o te pones en el papel de ser parte del FBI y comienzas a averiguar todas las pistas posibles y descubres que en realidad sí te estaban engañando, o como no hay ninguna certeza, tu cerebro se quemará pensando en qué es lo que está ocurriendo.
La intuición también juega un papel fundamental, pero no deberíamos alimentarla con pensamientos e inseguridades absurdas. Si tu pareja se la vivió likeando a alguien y sospechas, lo mejor será que intentes hablarlo de la manera más oportuna y cordial, aunque tu alma se esté deshaciendo. De igual modo, si alguien te acusa de estar teniendo comportamientos extraños en redes sociales, aún sin intención malévola, reconsidera lo que sea que estés haciendo, porque todo podría prestarse a malinterpretaciones.
Deberíamos estar seguros de lo que somos y de lo que tenemos y no tratar de caer en las apariencias para jugar chueco con otras personas, y mucho menos dejar que nos vean la cara. Pero debo insistir en que en las redes sociales no transita la verdad absoluta. Tus pistas como agente de la policía no siempre te llevarán a la verdad. Hay que dejar de vivir en el mundo virtual y aprender a concebir las cosas que nos suceden al estar cara a cara con las demás personas. De lo contrario, estaríamos alimentando nuestra obsesión, ansiedad, y otros trastornos mentales que solamente nos conducirán a la depresión y a la soledad.