Lo que parecía para los más optimistas cuestión de algunas pocas semanas ya sobrepasó el año. Es una obviedad afirmar que este evento histórico cambió nuestra vida, ya que, además de las implicaciones sociales y de salud, la tecnología se colocó como una piedra angular que aceleró su proceso de adopción alrededor del mundo y en diversas generaciones para poder llevar nuestro día a día al plano virtual.
Muchos encontramos refugio ante el aislamiento en el aprendizaje y la actividad física desde nuestros hogares, siendo esta última algo vital para combatir la ansiedad, y depresión en algunos casos, por el hecho de entrar en un evento histórico para el que nadie nos había preparado.
De acuerdo con un estudio de la Universidad de Michigan, el ejercicio fue uno de los mejores remedios contra el estrés causado por la sobrecarga de información de COVID-19, esto gracias a las actividades que elevan los niveles aeróbicos y, por lo tanto, que suben el ritmo cardiaco.
Durante la primera etapa de la pandemia, por llamar de alguna forma al periodo de marzo a junio de 2020, ejercitarse desde casa se volvió algo mucho más común, lo que hizo que muchas personas prestaran más atención a su salud y bienestar, así como al papel que juega la tecnología en nuestra interacción con la salud. Ahí es donde aparecen los wearables, que quizá no habían recibido la atención que merecían desde su incursión en los mercados.
Con el gym en la mano
A falta de gimnasios o instructores, las bandas y los relojes inteligentes comenzaron a ser gadgets más comunes en los hogares, según cifras de Counterpoint Research, el mercado global de relojes inteligentes creció 18% durante el último trimestre del año pasado y los envíos subieron 20% respecto al mismo periodo de 2019.
Lo anterior muestra un gran contraste frente al mercado de teléfonos inteligentes que en México sufrió una caída de 21%.
Y es que además de usar los smartwatches como extensiones de nuestros smartphones a través de los que podemos acceder más fácilmente a nuestras notificaciones e información básica como estado del clima, dentro del proceso acelerado de adopción tecnológica, logramos concebirlos como herramientas que complementan nuestro día a día.
La compañía que más se benefició de la pandemia fue Apple, que sigue a la cabeza como la marca que más dinero genera por la venta de sus relojes inteligentes, cuyo principal atractivo es la detección de caídas que facilitó el monitoreo de las personas de la tercera edad a distancia ante cualquier accidente. Fueron los modelos Series 5 y 3 los más vendidos, seguidos del Watch GT2 de Huawei en tercer lugar, que por cierto ahora acepta aplicaciones de terceros.
Además las marcas comenzaron a ofrecer software adaptado a normalidad actual; por ejemplo, Samsung lanzó una app para sus relojes inteligentes que está enfocada en lavarse las manos, mientras que Apple anunció en la WWDC para watchOS 7 un sistema de detección para saber si te has lavado las manos de manera correcta, de acuerdo a lo sugerido por la OMS.
En términos de hardware, una inclusión motivada por el COVID-19 y quizá hubiera sido algo muy difícil de incorporar en la curva de producción de las tecnológicas de no haber sido por la crisis fue hacer que un smartwatch pudiera medir el nivel de oxígeno en la sangre.
Si bien esto no era novedad, sí se ha convertido en una característica más buscada por los usuarios en los últimos 12 meses. La familia Garmin Vívoactive 4 y algunos Garmin Forerunner, así como los wearables de Huawei y ciertos Fitbit, y más recientemente la nueva versión del reloj inteligente de Apple, ya contaban con el sensor SpO2.
La razón por la cual este tipo de dispositivos cuentan con sensores SpO2 poco tiene que ver con el COVID-19, en realidad es para conocer el impacto del ejercicio en el cuerpo de acuerdo a la cantidad de oxígeno que hay en la sangre, que es llamada deuda de oxígeno.
No obstante, para monitorear la salud en pacientes con el nuevo tipo de coronavirus, es de vital importancia conocer los niveles de oxígeno en la sangre y ahí es donde los relojes inteligentes con este tipo de tecnología se han convertido en pieza esencial para monitorear la salud.
Pero mientras esto sucedía con los usuarios, instituciones educativas y hospitales usaron las bondades de los relojes inteligentes para luchar contra el COVID-19. Fitbit dio a conocer que sus dispositivos, de acuerdo a lo que arrojaron los primeros resultados de sus estudios, son capaces de detectar de manera temprana los síntomas de Sars-cov 2, mientras que los resultados de un estudio del hospital Monte Sinaí en Nueva York podrían demostrar que el reloj de Apple detectaría, a través de la frecuencia cardiaca, síntomas incluso antes que una prueba PCR.
Los usuarios debemos ser más exigentes
Valdría la pena reflexionar sobre nuestra interacción con este tipo de dispositivos, pues aunque su uso comenzaba ya a hacerse más común justo antes de la pandemia- 9.1% en la población mexicana con más de 12 años cuenta con un reloj inteligente, según datos de The CIU- su función estaba más relacionada con una especie de lujo que a una actividad cotidiana de monitoreo de salud.
Aunque los smartwatches aún son dispositivos caros y no resultan indispensables para la vida diaria, como sí lo es un smartphone, contar con uno puede llegar a ser de gran utilidad para monitorear nuestra salud, siempre y cuando nos volvamos usuarios más responsables al complementar su uso con una vida más saludable: desde una mejor calidad de sueño y comenzar a realizar algún tipo de actividad durante la semana, mejorar nuestra alimentación, hasta valernos de aplicaciones que contribuyan a nuestra salud mental.
En algún momento, la pandemia quedará marcada como un evento complicado; sin embargo, estará en manos de los consumidores de tecnología interiorizar su uso y tomarlo como un gran aprendizaje y un viraje de tendencia para que ahora la tecnología trabaje en función de las necesidades de las personas, y que tanto en hardware como en software, estas innovaciones se conviertan en cosas necesarias y no solo accesorias.