En la primera mitad de los dosmiles, la industria de los celulares dio grandes saltos para ofrecer equipos con opciones de entretenimiento que se salieran de la noción habitual de un teléfono.
Varios de esos saltos fueron atinados y exitosos y algunos de ellos corrieron a cargo de Nokia, una firma que innovó con equipos como el Nokia 3250, promocionado como “Un teléfono musical con un twist”, en alusión a su enfoque de reproducción de música y a su capacidad de “torcerse” para navegar entre modos.
Ese afán de «innovación dosmilera» era ubicable en distintos frentes, siendo Sony Ericsson, Motorola y la misma Nokia algunos de sus exponentes más claros.
Sin embargo ese mismo afán a veces caía en diseños tan radicales que terminaban por resultar incómodos y poco funcionales, situación de la que nos acordamos con esta imagen que nos mandaron nuestros amigos de DeMemoria:
Como puedes ver, corresponde a una nota que se publicó el 7 de noviembre de 2003 en el periódico El Universal, ilustrada con modelos de celulares que Nokia pretendía lanzar al mercado. Uno de ellos sí se materializó: el Nokia 7600.
La nota en realidad no se centraba en los modelos, sino en el eje de Nokia de innovar en la industria, aún cuando los sesgos tecnológicos y legales de ciertas regiones del mundo, como Latinoamérica, no facilitarán la adopción de sus propuestas.
Pero el Nokia 7600 quiso ser tan innovador y disruptivo que al final fue visto más como una curiosidad que como un invento funcional.
Con un diseño de gota, reproductor MP3/AAC, un display de 128 x 160 píxeles, una cámara de 0.3 megapíxeles y capacidad de intercambiar la carátula, Nokia 7600 llamaba la atención por salirse de lo establecido, pero sus dimensiones de 8.7 x 7.8 x 1.86 cm no eran cómodas para transportarse o para tenerse en las manos.
Al final el teléfono fue relegado al mismo limbo en el que también se quedó N-Gage, un equipo que la misma Nokia lanzó en 2003 con miras a quedarse con una parte de la cuota portátil de videojuegos.
Pero si algo demostró la firma en ese año es que el sentido de innovación debe ir aparejado con experiencias de uso que no se sientan forzadas.