Los avances tecnológicos, así como la tecnología en sí misma, tienden a mejorar o facilitar el día a día de las personas. Desde cosas simples y cotidianas, como la batería de los smartphones o la calidad del Internet, hasta proyectos más grandes y ambiciosos, como erradicar enfermedades que tienen una tasa importante de mortandad o desarrollar formas de transporte más seguras y eficientes. De una manera u otra, la tecnología busca hacernos la vida más cómoda; pero, ¿qué sucede con las personas que tenemos necesidades especiales o una movilidad reducida?
En mi caso, además de no poder caminar, solo poseo un nivel alto de control en mi pie derecho, lo cual muchas veces me ha llevado a ver tanto el software como el hardware desde otra perspectiva. Y es justo de esto último de lo que les quiero hablar en esta ocasión, de un hardware que he estado utilizando constantemente por ya casi un par de años. Me refiero al teclado inalámbrico Logitech TK820, un dispositivo que, sin estar pensado para el uso exclusivo de personas con discapacidad, cuenta con un diseño y funciones que vale la pena destacar. Y es que, para quienes ocupamos una computadora, el intermediario que nos permite interactuar con ella es sumamente importante.
Entre los aspectos positivos se encuentra el teclado en sí, ya que, una vez que te acostumbras, el poco grosor de las teclas ayuda a que, al tener un recorrido tan corto, sólo se presione la que se desea. Dentro de este mismo punto también cabe mencionar que cuando usaba laptops era muy común que a los pocos meses de uso más de una tecla se les rompieran, haciendo que tuviera que mandarlas al servicio técnico al menos una vez por año; situación que no he tenido con este teclado Logitech TK820, lo cual habla muy bien de su calidad y resistencia. Por otro lado, el amplio trackpad que tiene incorporado a la derecha facilita el movimiento del mouse sin necesitar despegar tu dedo de él.
Sin embargo, es justo en este punto donde también encuentro sus detalles más negativos, ya que todo el trackpad en sí es un botón que cumple la función de clic izquierdo, haciendo que se deba tocar con suavidad para evitar dar clic cuando no se desea, situación que desfavorece a quienes tenemos movilidad reducida. Por otra parte, el software que acompaña a este teclado sólo permite acciones especiales con gestos con dos o tres dedos, y si bien se pueden desactivar todos (cosa que es muy útil si tus movimientos no son del todo finos), siempre he extrañado el poder hacer scroll deslizando mi dedo por la orilla del trackpad.
Como pueden ver y notarán en cada entrega de esta sección, la accesibilidad no tiene por qué estar ligada exclusivamente a productos dirigidos a un pequeño sector de personas, sino que en realidad se trata más de sentido común y de sumar opciones en lugar de restarlas, de pensar un poco más allá de las necesidades del usuario promedio y de no poner clics gigantes que “me hagan abrir páginas porno accidentalmente”.