Dentro de la urgencia con la que debemos cambiar hábitos para tener un menor impacto ambiental en la Tierra existe el dilema de los desechos tecnológicos, pues las compañías lanzan al mercado dispositivos diseñados para reducir su utilidad con el paso del tiempo, orillando a los usuarios a comprar reemplazos.
Esto aumenta la generación de basura electrónica y el peligro que esto conlleva se puede dimensionar, por ejemplo, pensando en los miles de litros de agua que la batería de un teléfono puede contaminar.
Por eso es que la recomendación es prolongar la vida de la batería de nuestros teléfonos y eficientar los ciclos de carga.
Pero en 2005 investigadores del Instituto de Tecnología de Massachussets (MIT) señalaron que la clave para usar energías renovables en dispositivos móviles yacía en lo orgánico, concretamente en las espinacas, tal como se desprende de esta nota del periódico El Universal que nos compartieron nuestros amigos de DeMemoria:
Publicada el 14 de julio de 2005, la nota se centra en que los investigadores de MIT detectaron que las proteínas derivadas de las espinacas pueden convertirse en energía similar a la de las pilas o baterías de los dispositivos recargables.
Uno de los investigadores del MIT citado en la nota dijo que desde hace décadas se sabía que las plantas tienen la habilidad de generar energía y que una de las más eficientes era la espinaca.
Sin embargo, el desafío en aquel momento era que la energía producida por las proteínas compuestas de las espinacas requiere de agua y sal para activarse, elementos que por excelencia están peleados con los dispositivos electrónicos.
Ese desafío desde luego sigue vigente, pero llama la atención que la cifra proporcionada por el experto es que cada hoja de espinaca puede producir la energía equivalente a 10 horas de batería de un teléfono.
Hay que resaltar que, para contribuir a la reducción de la huella de carbono, las grandes firmas tecnológicas han puesto en marcha estrategias como prescindir del cargador en los nuevos equipos, medida que obedece a la generación de basura electrónica, pero lo cierto es que los celulares siguen requiriendo reemplazo después de unos años.
Ya veremos si algún día alguien se encarga de diseñar el teléfono verde que anhelaban los investigadores del MIT.