He estado usando un par de tabletas desde hace unas semanas para “dejar la computadora en la oficina” y he tenido experiencias encontradas. Hace tiempo simplemente decidí que estos aparatos eran una pérdida de tiempo y un gasto superfluo, ya que nunca reemplazarían a la PC tradicional. Sigo manteniendo parcialmente mi postura, sin embargo, para darme la oportunidad de vivir la experiencia, esto es lo que he hecho.
Las dos tabletas que estoy usando son una iPad (la nueva con pantalla Retina y conexión a la red celular LTE 4G) y una Samsung Nexus (igual con excelente resolución en pantalla, pero sin red celular). Ambos equipos son muy semejantes en la forma, pero no en el fondo. Como sabes, uno vive en el ambiente protegido de Apple y el otro en la selva tropical llamada Android.
¿Por qué? Con todos los productos de Apple, las aplicaciones que puedes descargar han sido previamente autorizadas por un equipo humano que se encarga de comprobar que funcionen y, además, que no se “brinquen ninguna regla” establecida por la empresa. Por el otro lado, Android, mucho más liberal, deja que cada quien haga lo que se le ocurra y es ahí en donde existen muchas diferencias a la hora de descargar y comprar apps.
Pero vayamos a la práctica. ¿Para qué uso la tableta? Primero, no cargo las dos. Simplemente voy alternando. Fuera de la oficina generalmente presento proyectos, demos de videos y demás información típica de una junta con clientes y proveedores de información. El uso del “cañón proyector” me ha tocado cada vez menos y ahora se utiliza una pantalla plana en muchas salas de junta. Para “proyectar” lo que llevo, conecto un cable HDMI. Con iPad se requiere un adaptador especial. Con Android simplemente se usa el puerto que tiene la tableta. A partir de ahí, presentar es muy simple (siempre y cuando el cable sea lo suficientemente largo para estar cómodamente sentado en la mesa y todos puedan ver la pantalla).
He estado usando QuickOffice Pro para hacer estas presentaciones. Nada del otro mundo, lo que tengo son documentos en .PDF y los voy “bajando” pantalla por pantalla. Sé que existen soluciones más sofisticadas y atractivas pero no las necesito por el momento. Tiene la ventaja de conectarse directamente a cuentas en DropBox y Google Drive, lo cual asegura que siempre tendré la última versión del documento.
Ahora bien, para que todo esto funcione, se requiere conexión a Internet y es ahí donde la red celular LTE 4G realmente funciona de maravilla, claro, cuando hay cobertura. Todavía no existe el servicio y muchas zonas de la ciudad y espero que se extienda rápidamente por todo el país.
Usando una tableta he disfrutado las ventajas del “instant on”, es decir, no hay que esperar a que se cargue el operativo, pero he sufrido con otras cuestiones triviales como poder “adjuntar” documentos en mensajes de correo y encontrar dónde están mis archivos y datos (en iPad). La duración de la batería no ha sido problema, pues no la uso tanto tiempo como para que se agote en un día. De hecho, me ha durado hasta 3 días, pero siempre llevo el cargador “por si las dudas”.
Otro detalle demasiado importante: el peso. Tengo un pequeño maletín donde llevo todo lo que necesito y es realmente ligero. Es una gran diferencia a cargar una pesada backpack y mucho más cómodo en todo momento.
¿Seguiré usando la tableta? No lo sé. Por ejemplo, este texto lo estoy escribiendo en una de ellas con ayuda de un teclado Bluetooth y funciona todo bien, pero, ¿cómo la posteo en el sitio desde aquí? Tengo idea de cómo hacerlo, pero por ejemplo, para buscar la imagen, ajustarla y todo eso, me tarde mucho más del doble de tiempo que lo normal. Igual y todo es cuestión de adaptarse a lo nuevo y como dicen “buscarle”.