Buscar la manera de que nuestras plataformas de entretenimiento quepan en el bolsillo no es nada nuevo.
Más allá de que en el teléfono tenemos prácticamente un hub que lo mismo presume música, televisión y videojuegos que redes sociales e instrumentos de trabajo, a lo largo de las décadas ha quedado claro que siempre estamos en busca de hacer todo portátil.
Si a los videojuegos les recayeron consolas portátiles como el primer Game Boy y a la música le correspondieron instrumentos como el Walkman, ¿qué pasó con la televisión?
La respuesta son los televisores portátiles.
Durante la década de los 70 e inicios de los 80, Panasonic y Sinclair Research lanzaron al mercado sus primeros experimentos de televisión de bolsillo, identificados como Panasonic IC TV MODEL TR-001 y MTV-1 Micro TV.
En efecto, eran versiones miniatura de los televisores de la época, pero en realidad seguían siendo aparatos voluminosos que no necesariamente eran cómodos para trasladarlos a todas partes.
Pero en 1982, Sony lanzó al mercado un producto que habría de convertirse en un referente absoluto de que la televisión sí podía caber en una bolsa de pantalón.
Hablamos de la línea Sony Watchman, cuya primera iteración llegó ese año a Japón a través del modelo FD-210, que contaba con un display de 5 cm en blanco y negro. Pesaba solo 650 gramos y sus medidas eran 87 x 198 x 33 mm.
Después de su éxito en la tierra del sol naciente, Sony trajo Watchman a América en 1984 y lo que siguió en una historia que rindió para un total de 65 modelos hasta antes de que la línea fuera descontinuada en el año 2000.
Desde luego cada modelo implicó mejoras de distinta naturaleza, como incremento del display, inclusión de relojes digitales o hasta incorporación de tecnología resistente al agua.
Y encontrándonos a 20 de años de que fueran descontinuados, no está de más recordar que en la actualidad cualquier Watchman es inservible, dada la migración de señal analógica a digital.