En un principio, es decir, cuando aparecieron en forma masiva las computadoras personales, el concepto de software era sencillo: cada programa debía ser instalado y operado en cada computadora. Así, floreció una creciente industria que hoy en día está dividida en dos: los grandes consorcios que desarrollan paquetes poderosos y miles de programadores independientes que crean las conocidas como “utilerías”, sencillos programas que tienen un fin específico. Así, hemos visto como han crecido Microsoft, Adobe, Autodesk y otras grandes del software, con opciones para casi todo tipo de trabajo general. Por otro lado, los programadores independientes muchas veces nos han salvado con esa simple función que no teníamos y que gracias a su capacidad, podemos disfrutar en la PC.
Hablando de sistemas operativos, hay que recordar que cada pieza de software está diseñada para uno en particular, con algunas excepciones donde el mismo fabricante ofrece sus productos para más de uno. Los programas hechos para Windows, sólo corren en ese operativo. Lo mismo los de Apple con su OSX. En Linux sucede más o menos lo mismo, excepto que el sistema operativo se ofrece en muchas “distribuciones” y a veces hay que hacer pequeños ajustes para que todo funcione bien.
Tanta explicación detallada tiene un propósito: la nube llegó a cambiar todo esto. Los programas y aplicaciones que hoy se encuentran disponibles, pueden no ser tan poderosos como sus contrapartes tradicionales. Procesadores de palabras, hojas de cálculo, software para mejorar fotografías, en fin, muchos títulos que viven en “la nube” todavía no se comparan en velocidad y sofisticación con sus equivalentes instalados en cada PC. Pero el principal diferenciador es otro: la nube es independiente del sistema operativo. Así, los añejos problemas de estar “atado” con cualquier proveedor de sistemas operativos, desaparecen.
Podemos acceder a “la nube” con cualquier computadora, cualquier sistema operativo y casi cualquier navegador. Lo que se requiere es una buena conexión a Internet (el término “buena” es subjetivo, pero digamos que de unos 2Mbps por lo menos). Eso es todo. Esa es la gran diferencia. No hay software que instalar, no hay asuntos de compatibilidad, no hay que preocuparse por actualizar las versiones. En general, el asunto de los virus informáticos disminuye dramáticamente.
Sin duda, “la nube” llegó para quedarse, porque, además, hasta el momento casi toda la oferta es sin costo. Cero pesos. Y si a eso le añadimos que muchas de las aplicaciones funcionan desde un smart phone, la ecuación se vuelve más interesante. Es una cuestión de usos y costumbres. Así como antes era considerado un disparate tener una computadora en casa (hace apenas unos 30 años), dentro de los siguientes, será considerado anticuado tener paquetería de software en la PC. Ahora sólo falta esperar a ver qué hacen los proveedores tradicionales para subirse a “la nube” y seguir haciendo negocio.