Cuanto trato de explicar qué es el concepto genérico de “la nube” invariablemente le pregunto a mi interlocutor “¿Has usado una cuenta de correo de Gmail o Hotmail?” como casi siempre es afirmativo, entonces les digo “tranquilo, has usado la nube y parece que muy bien”.
Existen -y seguramente has usado- muchos servicios de almacenamiento de información en servidores remotos, entre los que destacan DropBox, Box, SkyDrive y Drive de Google. Hay más, pero esos son los que más me encuentro mencionados todo el tiempo. Otro que es casi lo mismo en concepto pero siempre se considera “aparte” es iCloud de Apple, que todavía como que sigue buscando aceptación en su nicho de mercado, pero tiene un detalle de origen: sólo funciona con los productos de la firma.
El concepto es interesante, ya que con iCloud todos los datos como directorios telefónicos, agendas, listas de pendientes, cuentas de correo y más elementos “viven” en la nube y son copiados “como por arte de magia” a los diferentes dispositivos del cliente, insisto, de la marca Apple nada más.
Hace unos cuantos días, la firma DropBox anunció algunos cambios y mejoras en su servicio, básicamente, lo que hizo es ofrecer la posibilidad a desarrolladores de almacenar desde sus programas los datos que necesiten. Ya no es aquel “espacio en disco duro” en dónde simplemente copiamos archivos. Con lo que anunció esta firma se podrían crear servicios muy parecidos al iCloud pero para cualquier persona, tipo y marca de dispositivo.
¿Cómo veo la nube en el futuro? Todavía en una etapa de definición, pero sin duda podríamos confiar nuestros datos en uno o más proveedores, replicando la información de forma automática, sin preocuparnos por ella. ¿Cómo? A través de estos programas que “se hablan” entre ellos. Así, por ejemplo, compramos un celular marca “A”. Ahí vamos completando los directorios, agendas, tareas, etc. y esa información automáticamente se replica en cuantos servicios tenga acceso o esté dispuesto a pagar. Seguimos con la tableta “B”, la cual tiene software compatible con esta idea de la “MegaNube” y con el sólo hecho de poder identificarnos, ya sabrá quiénes somos y comenzará a replicar la información de forma local.
Esto es un poco lo que pasa hoy con las cuentas de Gmail y los teléfonos con Android. “Automáticamente” se descargan los contactos, citas de la agenda y otros datos más al teléfono o tableta. Ahora imaginemos que no se requiere una cuenta de Gmail, sino una cuenta compatible con la MegaNube, donde será posible guardar todo tipo de información, de forma “ilimitada” y con un costo anual fijo, digamos, unos 50 dólares o por ahí.
Los diferentes dispositivos deberán adaptarse al tipo de información en la MegaNube, por ejemplo, si registramos la gran pantalla de la sala de la casa (antes llamadas “televisiones”) lo más lógico es que queramos, por ejemplo, ver las fotos que tenemos guardadas. Si continuamos con temas más complejos -por aquello de los derechos de autor- podríamos tener todo el contenido multimedia disponible, de forma adaptable al hardware. Esta “magia” podría hacer que cierto tipo de datos estuviera disponible para cierto tipo de dispositivos, todo con la idea que el usuario promedio no sufra ni se preocupe.
¿Problemas potenciales con la MegaNube? Varios. Primero, la posibilidad de que “se caiga” el servicio y se pierda momentaneamente la capacidad de réplica … otro, por supuesto, es le tema de seguridad. ¿Qué pasa si los datos se quedan fuera de control y llegan a manos no deseadas? Otros asuntos un poco más exóticos tienen que ver con la privacidad y la compatibilidad universal “Urbi et Orbi” que debería existir para que el servicio fuera realmente atractivo.
Sé que todavía suena a ciencia ficción, pero igual de disparatada era la idea de tener una “cuenta de correo” en la red, como cuando comenzó Hotmail hace muchos años. Vaya que hemos cambiado y avanzado en todos los sentidos. ¿Ya quieres una cuenta en la MegaNube cuando exista? Yo todavía no sé…