En sus 65 años de existencia, Godzilla ha sido objeto de varias iteraciones, diferentes tanto en enfoque y tono, como en país de procedencia. De esta manera, en 2014 llegó una segunda versión estadounidense (luego de la fallida cinta de 1998 que estelarizó Matthew Broderick) que eventualmente sería parte de un nuevo universo cinematográfico llamado MonsterVerse.
En 2017 llegó Kong: La Isla Calavera, segunda entrada del MonsterVerse y cinta que dio las señales concretas de que estábamos siendo testigos de un universo cinematográfico. Ahora es turno de Godzilla II: El rey de los monstruos, filme que aprovecha las licencias que Legendary adquirió de Toho (casa dueña de Godzilla y su galería de bestias) y que resulta en un espectáculo de criaturas y destrucción que apenas cabe en una pantalla grande.
Mark (Kyle Chandler) y Emma Russell (Vera Farmiga) perdieron a su hijo hace cinco años, durante el enfrentamiento entre Godzilla y los MUTOs en San Francisco, y ahora están divorciados. Ella trabaja para la organización Monarch en el desarrollo de un dispositivo capaz de emitir frecuencias que solo pueden escuchar los Titanes -criaturas colosales que, al igual que Godzilla, dominaron la Tierra hace millones de años.
El dispositivo termina en las manos incorrectas y es usado para despertar a otros Titanes y traer destrucción total al mundo, en aras de desencadenar una purga y el surgimiento de una nueva era, pero será labor de los científicos de Monarch encontrar a Godzilla y dilucidar una manera de prevenir el caos.
Godzilla II: El rey de los monstruos es una película libre de ataduras expositivas, pues el mythos del MonsterVerse ya ha sido explicado en dos cintas previas, de forma que aquí el director Michael Dougherty (Trick r’ Treat, Krampus) utiliza las poco más de dos horas de duración para presentar al elemento humano, establecer el conflicto central y dar rienda suelta al lucimiento de monstruos.
Dougherty -quien también coescribió el libreto- es una persona que entiende perfectamente la esencia de Godzilla. Sabe que las películas japonesas cuentan con un elemento humano que sirve como punto de anclaje con la audiencia, y que a su vez puede estar desarrollado a detalle o no.
Sabe que los diálogos no deben ser sesudos, que pueden caer en el ridículo y que no habrá problema, y que el absurdo de una premisa centrada en monstruos que destruyen ciudades sirve para utilizar el absurdo mismo a favor de los arcos y las secuencias de acción.
Dougherty está consciente de cuán importante es que el espectador nunca olvide que está viendo una película de Godzilla, no una de humanos, y por ello pone la narrativa que estos últimos desencadenan al servicio de los monstruos y del destructivo espectáculo que conllevan.
Pero más allá del análisis contextual que se haga de esta película con un mythos que tiene 65 años de existencia, este es un filme que funciona por sí mismo como pieza de entretenimiento bien ejecutada, y de visuales, diseño de audio y escala que deben vivirse en la pantalla más grande posible.
Godzilla II: El rey de los monstruos es una secuela ejemplarmente enterada del producto que está retratando, que lo respeta desde la manera en que aborda a otros monstruos de Toho -como King Ghidorah, Mothra y Rodan– y en el modo en que hace guiños a otras entradas de la franquicia, hasta en el uso que le da a la banda sonora, siempre sin caer en la posición de molesto cúmulo de referencias.
Esta no solo es una gran película de Godzilla, sino el homenaje hecho en este lado del mundo que ya se le debía al Rey de los Monstruos.
Calificación: 10/10
Godzilla II: El rey de los monstruos (Godzilla II: King of the Monsters)
Año: 2019
País: Estados Unidos
Dirección: Michael Dougherty
Guion: Michael Dougherty y Zach Shields
Elenco: Kyle Chandler, Vera Farmiga, Millie Bobby Brown, Bradley Whitford, Sally Hawkins, Charles Dance, Thomas Middleditch, Aisha Hinds, O’Shea Jackson Jr., David Strathairn, Ken Watanabe y Zhang Ziyi