El cómputo se mueve a pasos agigantados. Seis meses son suficientes para ver un buen número de mejoras sobre lo que hoy en día tenemos. Las computadoras actuales tienen un gran poder, incluso las más económicas, que sobrepasan lo que podían hacer las máquinas de la NASA a finales de los años sesenta (que fue cuando llegaron a la Luna). Sin embargo, este acelerado progreso tiene un inicio y probablemente mucho del mismo se deba a las primeras máquinas caseras de 8 bits, la Altair, la TRS-80, la Apple, la Commodore, la Amiga inclusive. La existencia de estas computadoras relativamente básicas, con 64K de memoria (o máximo 128K bytes), que corrían a 1 o 2 MHz eran ya extraordinarias. Yo quiero creer que muchos de los programadores que después hicieron carreras en cómputo, lo hicieron gracias a que tuvieron acceso a estas maquinitas que hoy nos hacen sonreír por su limitada capacidad.
Por ese entonces, los años ochenta, no había Internet y la mayoría del intercambio de información se hacía en revistas especializadas. Un amigo, por ejemplo, tenía una TRS-80, que corría con un procesador Z80, y que estaba suscrito a una revista en cassette que si mal no recuerdo, se llamaba «CLoad» (que era el comando para cargar la cinta a memoria. Para Apple II había algunas revistas, pero una de las más populares era «Nibble» (que es estrictamente en la jerga de los programadores, medio byte – 4 bits). Cada número contenía algunos programas que caían en la categoría de juegos, utilitarios y aplicaciones en general. El código fuente venía en ensamblador para el 6502 o bien en Applesoft BASIC. En contadas ocasiones se usaba la versión de BASIC que sólo usaba enteros, el «Integer BASIC», el cual corría un poco más rápido que Applesoft BASIC.
Nibble empezó a publicarse en 1980. Su editor (y creador, Mike Harvey), hizo todos los programas de los primeros cuatro números. La revista originalmente se publicaba 8 veces al año, pero por la aceptación del público, se convirtió en una publicación mensual. 12 años después, en julio de 1992, la revista imprimió su último número. Era claro que la tecnología se movía demasiado rápido y ya la PC estaba convirtiéndose en el estándar. La Apple II no podría mantener el paso.
Harvey hizo de Nibble un negocio razonablemente lucrativo. Los lectores podían copiar en sus máquinas el código de los programas, pero eso era normalmente una mala idea por la cantidad de errores que uno comete al copiar los programas de otro a mano. Por ello, Harvey ofrecía por una cantidad razonable, todos los programas ya probados. Igualmente, Nibble tenía rutinas para verificar que los programas escritos eran exactamente idénticos a los publicados.
La revista tenía algunas secciones técnicas como «Dissasembly Lines», donde el Dr. Sanford Mossberg presentaba listados en ensamblador y haciendo ingeniería en reversa de las partes interesantes de Applesoft BASIC o DOS (el sistema operativo de disco). Poco después, Mossberg hizo lo mismo con la Apple IIGS (GS era de graphics & sounds), máquina que no corrió con la mejor de las suertes en el mercado.
Harvey además publicaba en formato de libro los mejores artículos de cada año en algo que tituló «Nibble Express», pero si se tenían las revistas, no tenía sentido comprar los libros. Curiosamente la editorial de Harvey se llamaba MicroSparc, quien publicó revistas, libros y software para Apple, incluyendo un ensamblador para el 6502 y un sistema de macros. Se vendían estos programas por correo. El nombre de la empresa cambió a MindCraft porque Sun Microsystems les compró el nombre MicroSPARC para una nueva línea de procesadores. Como la Apple II empezaba a perder mercado, Harvey inició su aventura con Nibble Mac, una publicación para los amantes de la máquina Mac de Apple. Tuvo un relativo éxito al mantenerse por unos cuatro años en el mercado.
Y si hoy hablo de esto es que me encontré una caja con unos cuatro o cinco años de esta revista en mi casa. Estuve un rato hojeándolas y después hallé que la revista mantiene un sitio web donde se pueden descargar todos los programas que se publicaron en su momento. Ahí aprendí toneladas de técnicas. Me enteré de quiénes eran los que hacían las mejores aplicaciones y cada revista estaba llena de mucha información importante para quien le gustase programar. Hoy quizás parezca software obsoleto, pero de ahí pueden salir ideas para otras aplicaciones. De eso no tengo ninguna duda.
Por cierto, si se quieren utilizar los programas del sitio de la revista, se pueden descargar y usar un emulador, el cual también puede descargarse del mismo sitio.
Referencias: