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Tenemos que hablar de redes sociales, teléfonos inteligentes, juventud y niñez

Las redes sociales y el uso intensivo de los teléfonos inteligentes han llevado a cabo una revolución en la manera en como consumimos información. El atractivo que generan es tal que en algunos casos ya es casi una enfermedad.

Hubo una vez que el teléfono servía para hablar y comunicarse con otras personas que estaban lejos de nosotros. Hoy el teléfono celular es una computadora móvil que además, nos permite hacer llamadas telefónicas. Hoy incluso, muchos niños y jóvenes ya cuentan con un teléfono móvil con capacidades como el conectarse a Internet, acceder a las redes sociales diversas, etcétera, y esto ha traído una serie de problemas que hacía muchos años ni siquiera hubiésemos imaginado.

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Hoy parece ser un mal cotidiano ver a los adolescentes e incluso a los niños, pegados a sus teléfonos, prestando atención solamente a lo que pasa en las pequeñas pantallas de estos dispositivo. De alguna manera ya se habla de una adicción que bien podríamos decir, también parece ocurrir en muchos de los adultos que usan la telefonía inteligente.

Por ejemplo, en el Reino Unido se realizó una encuesta a 1500 niños, entre 8 y 17 años, reveló que -haciendo las extrapolaciones correspondientes- la mitad de los niños de Estados Unidos y el Reino Unido tienen cuenta en las redes sociales desde los 12 años y que 1/4 de los adolescentes están en línea “casi constantemente”. Esto a pesar de que Facebook, Instagram, Twitter y Snapchat piden a los usuarios que al menos tengan 13 años de edad. En Corea del Sur la edad mínima es 14 años. Sin embargo, ninguna red social verifica de ninguna forma la fecha de nacimiento, simplemente la sume como verdadera y en eso los chicos mienten.

En Europa entrará pronto en vigor el Reglamento de Protección de Datos y se prohibirá a cualquier compañía procesar datos de usuarios menores de 16 años sin el consentimiento de los padres. Y si a esto le sumamos los esfuerzos de empresas como WhatsApp, de Facebook, en donde la edad mínima se cambió de 13 a 16 años, es claro que el asunto de la privacidad y de la edad mínima para acceder a estas redes podía cambiar algunas cosas. Cabe señalar que los chicos se comunican vía mensajes de texto en general en todas estas plataformas.

Los datos pueden ser escalofriantes: una encuesta del 2015 señaló que 1 de cada 10 niños en el Reino Unido usaba las redes sociales por más de tres horas en un día de escuela normal. Habría que preguntarnos lo mismo sobre los adultos, que aunque no tenemos información al respecto, pensamos que probablemente muchos adultos usan las redes sociales más de tres horas por día y si no nos creen, entren a Facebook y vean quienes están en línea constantemente.

En San Diego, el psicólogo de la Universidad Estatal, Jean Twenge, descubrió que los adolescentes en Estados Unidos, que pasan más tiempo en línea son menos felices que aquellos que hacían otras actividades. Hay algunos estudios que ya sugieren que el uso excesivo de las redes sociales está contribuyendo a un aumento en la depresión adolescente, pero hay otras investigaciones, como la que se hizo en la Universidad de Cardiff, que después de analizar datos de 120 mil niños de 15 años, concluyeron que el bienestar de los preadolescentes aumentó en la medido que se incrementaba su conectividad. Así pues, no hay datos concluyentes para intentar satanizar las redes sociales.

Hay muchos comportamientos sociales que influyen para que los padres permitan que los chicos estén pegados a Internet con sus dispositivos móviles. Una de las razones es que por ejemplo, en Estados Unidos, se piensa que los vecindarios son peligrosos o poco seguros y por ende, prefieren los padres que sus hijos estén en las redes sociales en lugar de estar jugando en las calles. Además de esto, es claro que los chicos se comunican a través de los dispositivos con mucha soltura. “La gente se pregunta por qué su hija está tomando 10 mil fotos al día”, dijo Evan Spiegel, el fundador de Snapchat, al Wall Street Journal en 2016. “Lo que no se dan cuenta es que ella no está conservando imágenes. Ella está hablando”, añadió.

Y aunque hay esfuerzos para controlar estos fenómenos, como la petición de eliminar Messenger Kids, por ejemplo, es evidente que esta tendencia es prácticamente imposible de detener. Lo más que se puede hacer es generar apps para que los padres tengan más control sobre los tiempos y usos de las redes por parte de los chicos. Sin embargo, por alguna razón parece ser un paliativo porque es claro que la tecnología nos conecta cada día más y ya el tener un teléfono con Internet y acceso a las redes sociales dejó de ser una opción. Hoy parece ser una manera fundamental para conectarse al mundo.

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