Hoy en día, todos los contenidos digitales son susceptibles de ser pirateados. Basta con entrar a Internet y buscar cualquier libro. Si uno tiene el suficiente tiempo es probable que encuentre una versión digital -de forma gratuita- del libro que está buscando y por el cual uno no quiere (por la razón que sea), pagar por el mismo.
La música es un buen ejemplo de contenidos digitales que se han pirateado hasta el hartzago. La culpa es del formato MP3 y de la velocidad de Internet, que permite hoy en día el intercambio de música de manera muy fácil. Claramente los esquemas, como DRM, para proteger estos contenidos de copias ilegales, no son funcionales porque casi de inmediato no falta quien descifra cómo hacer para quitar la protección y listo, se tiene el contenido digital accesible a todo aquel que lo quiera.
El problema no es de hoy, sino de siempre. Por ejemplo, los esquemas de protección para programas de computadora, en los años 80, llegó a su clímax con la Apple II. Siendo una computadora muy popular, en donde mucha gente hacía programas, empezó la copia ilegal indiscriminada. Entonces los autores de software se aplicaron a crear esquemas de protección.
Los discos originales fueron entonces incopiables…por un tiempo. Salieron entonces programas para copiar cualquier cosa aunque estuviese protegida. Y ante el argumento de que todos los poseedores de software tienen derecho a sacar copias de protección, este software copiador no violentaba ninguna ley.
Y entonces los autores de software hicieron esquemas más sofisticados, pero los autores de programas para copiar software hicieron aún cosas más sofisticadas. Vamos, hasta había un programa llamado Locksmith (cerrajero en inglés), que tenía un lenguaje de programación para leer pistas y sectores, con rutinas para copiar lo que parecía incopiable.
Hoy en día las cosas han cambiado. Gracias de nuevo a Internet, los programas no vienen ya en medios físicos. Ahora ya se reparten vía páginas web, que les da permiso a quien compra el programa a descargarlo y ejecutarlo. Adobe, por ejemplo, ha implementado una idea que podría estarles funcionando: en lugar de vender por 400 o 500 dólares un programa, lo que hacen es vender la suscripción mensual de su software por unos 30 dólares al mes.
Así, el software sólo se paga cuando se necesita usarlo y además, la empresa garantiza que los usuarios siempre estarán usando la última versión del mismo. No sé si les funcione pero claramente, la idea es un cambio de paradigma en lo que se refiere a vender software.
¿Pero por qué la piratería no puede ser controlada? La respuesta es sencilla: la mayoría de los contenidos ya están en formato electrónico, en ceros y unos, y estos pueden copiarse con un número enorme de herramientas que hacen esa tarea de forma automática y con una fidelidad del 100%.
Considerando esto, es mentira que la copia de un DVD con la película de moda vaya a arruinar tu lector de DVD como han dicho siempre los afectados por ello. La realidad es que la copia es literalmente idéntica al original y estos argumentos, que rayan en la ingenuidad (en el supuesto que alguien los va a creer), chocan con la realidad de que la piratería no baja.
La solución entonces es cambiar el modelo de negocios actual, que ya dio de sí. Esto es lo que la industria del disco no ha querido entender. Quiere seguir ganando las millonadas que ganaban pero ya no se puede. El modelo es simple: en lugar de vender un producto de a mil pesos, vendamos mil unidades de a peso.
¿Qué será más fácil? Seguramente lo segundo. Apple, por ejemplo, en su modelo de la App Store, hizo que el software bajara radicalmente de precio. Sí, es software para el teléfono pero eso no significa que sea más fácil de programar. Al contrario, ahora hay que tomar una nueva cantidad de situaciones y limitaciones, por ejemplo, el tamaño de la pantalla para empezar.
Aún así, se pueden conseguir piezas de software estupendas (pienso en Waze), que son gratuitas y que viven de anuncios. Y los programas que uno paga suelen costar 1/5 de lo que costaban para la PC. Por ejemplo, un fortísimo programa de ajedrez, Hiarcs, cuesta unos 10 dólares para Android o iOS, mientras que para PC cuesta unos 50 dólares y juegan ambos al mismo nivel.
Apple con este esquema eliminó la piratería de tajo. No conozco a nadie que me diga: «tengo este programa en mi teléfono, déjame ver cómo te lo paso para que tú lo uses en el tuyo». No, lo que decimos es «tengo este programa en mi teléfono. Puedes comprarlo y bajarlo a tu teléfono. Cuesta como 40 pesos».
Para eliminar la piratería no se necesita crear esquemas digitales de protección de contenidos. Lo que se necesita es cambiar el modelo de ventas en lugar de querer perpetuar unas ganancias que ya simplemente no son posibles en la actualidad.
Por ejemplo, en Amazon se venden libros electrónicos a más o menos la mitad de lo que cuesta el libro físico (al cual hay que añadirle el costo del envío). ¿Por qué? ¿Cuáles son los costos asociados a los libros digitales? Prácticamente cero. ¿Por qué no ponerles un precio del 10% del costo del libro en papel? Esto podría hacer que las venta subiesen. Es claro que la gente está dispuesta a pagar si encuentra un contenido digital a un precio justo (y bajo). El problema es que en la realidad esto no se quiere hacer.
Y regreso a la película en DVD. Puedo adquirir el original, en su bonita caja, por unos 200 pesos quizás. Con el pirata de la esquina me cuesta 10 pesos la misma película. Sí, no viene en su caja bonita, no tiene la portada original, pero lo que interesa es el contenido. ¿Por qué se le compra al pirata? ¿Porque se le quiere hacer la mala obra a la tienda que vende el original? No creo. Es una cuestión de economía: si puedo pagar por un contenido una fracción del costo del original, ¿por qué no hacerlo?