En alguna teoría astronómica, la Luna se creó después de un gran impacto sobre un objeto sobre lo que eventualmente sería la Tierra, formando entonces nuestro satélite natural. Después de dicho impacto hubieron de pasar muchos miles de años hasta que se formase la Luna y la propia Tierra tal y como la conocemos. Hoy en día, sin embargo, aunque no es posible recrear este gran impacto que hizo que la Luna se formara, podemos aventurarnos a entender algunas cosas al respecto, gracias a las explosiones de bombas atómicas hechas por nosotros, los seres humanos.
Tenemos bombas «pequeñas» que pueden generar la fuerza de 20 kilotones de TNT, como las que los estadounidenses lanzaron en el Japón («Little Boy», de 15 Kt en Hiroshima y «Fat man», de 20 Kt lanzada sobre Nagasaki). Curiosamente, de los efectos físicos que dejan las bombas, podemos comprender ahora por qué no hay agua en la Luna.
El 16 de julio de 1945 la armada estadounidense detonó un artefacto nuclear por vez primera bajo el nombre clave de «Trinity». En la medida que la bomba de 20Kt explotaba, la arena en el piso se derritió, produciendo una fina hoja de una especie de placa cristalina verdosa, que se bautizó como trinitito (o trinitita). La explosión generó unos 8000 grados centígrados de calor y presiones cercanas a las 80 mil atmósferas.
Estas condiciones extremas son similares a las que crearon a la Luna después de una colisión colosal entre la Tierra y otra gran pero gran roca, que probablemente tenía el tamaño de Marte. «Esto es lo más cercano que tenemos a las condiciones que se supone ocurrieron cuando se formó la Luna», dice James Day, del Scripps institution of Oceanography, en California.
Por suerte para la ciencia, los científicos midieron con mucho cuidado los detalles de la detonación de Trinity por lo que hay mucha información disponible al respecto. Day y sus colegas usaron a su favor todos estos datos para explicar por qué la Luna tiene mínimas cantidades de agua así como otros elementos volátiles que pueden hervir en un puntos relativamente bajos, mucho menores que en la Tierra. Para ello, estudiaron la distribución de uno de los elementos volátiles, el Zinc, que en el trinitito se recolectó a diferentes distancias desde el centro de la explosión.
Se halló que mientras más cercano se estaba a la explosión en donde se formó el trinitito, menos zinc tenía, especialmente cuando se trata de los isótopos ligeros de dicho elemento. Esto ocurre porque se evaporaron en el intenso calor de la explosión. En cambio, los isótopos pesados se mantuvieron en el trinitito. Los valores hallados del zinc se asemejan notablemente al que se ha medido en las piedras lunares que trajeron los astronautas en las misiones Apolo.
«Lo que es crítico es que los factores fraccionarios, es decir, cómo se separaron los isótopos pesados de los ligeros, coinciden exactamente en las piedras lunares», dice Day. Esto significa que el zinc y otros elementos volátiles, entre ellos el agua, probablemente se evaporó de la Luna mientras ésta se formaba después de la violenta colisión o un poco después en donde además, la superficie de la reciente Luna estaría muy, pero muy caliente.
Depósitos previos de cristales de la Luna tiene una cantidad inusualmente alta de elementos volátiles, lo que ha llevado a los científicos a sospechar que el interior de la Luna podría haber tenido mucha agua, similar al manto de la Tierra.
Este estudio sin embargo duda de ello. Si el agua se evaporó así como otros elementos volátiles mientras se formaba la Luna, es difícil imaginar cuanto más habría quedado debajo de la superficie.
Patrick McGovern dice «pienso que es muy interesante usar los datos que tenemos en tierra aquí en nuestro planeta para tratar con un problema planetario». McGovern trabaja en el Instituto Planetario en Texas.
Referencias: New Scientist