La actriz y ex modelo neozelandesa Charlotte Dawson fue encontrada muerta en su apartamento. Dawson quien tenía un historial de depresión, llevó cabo una lucha continúa contra la intimidación y el acoso, ya que ella sufrió varios episodios en “bullying” en las redes sociales.
La actriz había estado internada en un centro psiquiátrico y todo apunta a que la muerte fue provocada por la modelo. La policía dijo que no había circunstancias sospechosas en torno al suceso, se trataba de un suicidio. Fue encontrada ahorcada.
La última vez que fue ingresada en el hospital de Sidney fue debido a los numerosos ataques que sufrió a través de Twitter, dónde decidió mezclar vino con pastillas. Posteriormente fue en la propia red social dónde dejó constancia de sus intenciones publicando “ustedes ganan“.
Durante mucho tiempo la modelo ha mantenido una lucha por la reivindicación de la intimidación de su persona y fue por ese motivo por el que el año pasado la Liga Nacional de Rugby la hizo embajadora contra el acoso o “bullying“.
Ahora con la muerte de Dawson, los legisladores australianos han señalado que las leyes de acoso existentes podrían utilizarse y/o modificarse para responder a aquellos que abusan de la gente en línea.
Dentro de esta propuesta una investigación arroja una luz sobre las diferencias de personalidad entre los “trolls” en línea y acosadores.
Hoy en día parece que el abuso en Internet es ahora tan común que cualquier comentario ofensivo o potencialmente dañino publicado en medios de comunicación social se llama “trolling” (acá 5 tipos de trolls). El problema es que el abuso en línea pueden variar de comentarios racistas, sexistas a amenazas de violación y de violencia u hostigamiento que causan daño psicológico significativo.
Actualmente el trolling está actuando de maneras engañosas, perturbadoras y destructivas en ambientes sociales de Internet sin un propósito aparente, dónde muchas veces se cruza una delgada línea hacia el acoso, por lo que algunos trolls podrían considerarse cyberstalkers (acosador), y viceversa. Pero la nueva evidencia sobre el trolling sugiere que las acciones de un troll podrían satisfacer diferentes necesidades psicológicas a las de un cyberstalker.
Es pr eso que investigadores de Winnipeg llevarón a cabo un estudio a principios de este mes sobre las características de la personalidad de los trolls de Internet. Encontrando en común diferentes rasgos de personalidad como:
- Maquiavelismo – Deseo de manipular y engañar a los demás.
- Narcisismo – Grandiosidad, ególatra.
- Psicopatía – Que carece de remordimientos y empatía.
- Sadismo – Sentir placer con el sufrimiento de otros.
Ellos encontraron evidencia clara de que el trolling se asocia específicamente con el sadismo auto-reconocido (y en menor grado con el maquiavelismo). Concluyendo: “Los sádicos sólo quieren divertirse… y el Internet es su patio de recreo!”
En cuanto a los cyberstalkers en general a diferencia del trolling, existe un alto grado de solapamiento entre el acoso en línea y fuera de línea, con 70% a 80% de cyberstalkers utilizando ambas conductas. Pero no hay evidencia que sugiera que los cyberstalkers están motivados por el sadismo, aunque los trastornos de personalidad relacionados con el mal control emocional y actitudes antisociales son bastante comunes en esta población.
La investigación sugiere que, en lugar de tomar en primer lugar el placer en su comportamiento, los acosadores (incluyendo cyberstalkers) son más propensos a ser más allegados con la víctima. Si bien pueden obtener un placer secundario de ella, los acosadores que intimidan o amenazan por lo general tienen el propósito específico de expresar sus sentimientos negativos y hacer que la víctima se sienta tan mal.
Por lo que basados en la investigación y las diferentes respuestas psicológicas hay también diferentes maneras de responder ante estos abusos.
Los trolls están en ello por la “diversión” de provocar una respuesta, mientras que los cyberstalkers se introducen más emocionalmente en la búsqueda de la víctima. Esto plantea la posibilidad y el consejo de “no alimentar a los trolls” puede ser una sencilla salida.
Cuando el troll no provocar una respuesta, él o ella tiende a buscar en otra parte su diversión, al menos en esa ocasión particular. En cambio si esté cumple con su necesidad sádica, es probablemente seguro asumir que van a seguir haciéndolo y no necesariamente a la misma persona.
Por otro lado, en el cyberstalker puede tener el efecto opuesto. Al igual que el troll, el acosador necesita una respuesta, pero a diferencia de los trolls, no pueden simplemente pasar a otra persona porque el tema que llevó a la acecho es específica. Un cyberstalking ignorado totalmente no sólo puede exaltar las emociones del acosador, sino conducir a una escalada en el comportamiento.
En esta situación lo más aconsejable es recopilar evidencia y considerar si es factible involucrar a la policía.
Referencia: Science Direct