Nueve naciones junto con la Unión Europea han decidido que es una buena idea vetar la pesca en el Océano Ártico, para estudiar la ecología de la región, así como el impacto de la presencia humana en la zona. El veto es por 16 años por lo menos. De acuerdo a Scott Highleyman, vicepresidente de la Conservación del Océano, en Washington D.C., quien estuvo en la delegación estadounidense en las negociaciones: «Es un gran ejemplo de poner principios precautorios en acción», indicó.
La idea es proteger 2.8 millones de kilómetros cuadrados de aguas internacionales en el Ártico. El consenso se logró después de seis juntas que se hicieron en el transcurso de dos años. Y se incluyen no solamente las naciones con costas con el Océano Ártico, sino naciones como China, Japón y Sur Corea, las cuales tienen flotas pescadoras interesadas en operar en la región.
Hasta ahora, el hielo y la cantidad de peces en el área, hacían difícil que la pesca se pudiese hacer en el Océano Ártico, pero la región comenzó a ser más viable por la rápida pérdida del hielo en el verano pasado. Se sabe que el hielo de verano se vuelve más delgado y que además, al haber más luz del Sol, se incrementa la producción de plancton, la base de la comida en el Ártico.
Este plancton se lo comen los peces, los cuales son cazados por animales superiores en la cadena alimenticia, incluyendo focas, osos polares y humanos. Algunas partes de los mares adyacentes al Océano Ártico, como el Mar de Barents (cerca de las costas de Noruega y Rusia), hallaron un incremento en su producción en el 2016, aproximándose al 35% sobre el 2003, que era de apenas el 15% en promedio.
Bajo las leyes internacionales, las aguas altas están abiertas a todos. En ausencia de un acuerdo, la pesca no sería ilegal, pero podría ser no regulada y esto podría hacer que se dañara la frágil ecología de la región. A finales de los años 80s del siglo pasado, pescadores de Japón y China acabaron con la población de peces de aguas saladas y sacaron del océano millones de toneladas. Para 1990 todavía no se recuperaba la población diezmada diez años antes.
En el 2012, aproximadamente 2000 científicos pidieron una moratoria a la pesca en el Océano Ártico para prevenir una catástrofe similar. Sus esfuerzos tuvieron éxito. Para el 2015, Canadá y Dinamarca, Noruega, Rusia y los Estados Unidos, se comprometieron a prohibir a sus propios barcos pesqueros de la zona.
Pero esto dejó el Ártico abierto a flotas grandes de pescadores. Delegaciones de Japón, China, Sur Corea, Islandia y la Unión Europea, se reunieron para discutir un nuevo acuerdo. En diciembre del 2016, antes de dejar la oficina Barack Obama, así como el Primer Ministro, Justin Trudeau, afirmaron su compromiso para limitar y prevenir la pesca no regulada en esa región del planeta.
«Las delegaciones vieron que esperar [el comenzar la pesca comercial] en el área era una buena idea hasta que hubiese suficiente información científica para poder estudiar el fenómeno en el área», dice el embajador David Balton, del Departamento de Estado en Washington D.C., quien ha estado en las negociaciones desde el 2015. El trato se formalizó para los siguientes 16 años y podría renovarse automáticamente cada cinco años,
Aparte de cerrar el área a la pesca, las delegaciones han acordado tener un programa de investigación científica que pueda monitorear especies, su abundancia, las relaciones presa-depredador y las presiones que enfrenta la región, empezando por el cambio climático.
Ojalá y esta iniciativa no sólo prospere, sino que sea un ejemplo para otras zonas donde la pesca es indiscriminada o sin control alguno. Al final del día tenemos que entender que estamos tratando de evitar que el planeta sucumba por la pésima administración que los humanos han hecho del mismo.