De acuerdo al comunicado de la Academia de Ciencias de Suecia, el poder de la evolución se revela a través de la diversidad de la vida. En este 2018 los laureados con el Premio Nobel de Química han trabajado en el control de la evolución y su uso para los mejores propósitos y beneficios de la humanidad. Las enzimas producidas a través de la evolución directa son usados para manufacturar todo, desde bio-combustibles hasta medicinas. Los anticuerpos involucrados, usando un método llamado “phage display”, pueden combatir las enfermedades autoinmunes y en algunos casos curar los cánceres en etapa metastática.
BREAKING NEWS:
The Royal Swedish Academy of Sciences has decided to award the #NobelPrize in Chemistry 2018 with one half to Frances H. Arnold and the other half jointly to George P. Smith and Sir Gregory P. Winter. pic.twitter.com/lLGivVLttB— The Nobel Prize (@NobelPrize) October 3, 2018
La primera semilla de la vida habrá aparecido hace unos 3.7 mil millones de años. La vía se ha extendido a la profundidad de los océanos, a la caliente primavera e incluso a los desiertos secos, porque la evolución ha resuelto una serie de problemas químicos. Las herramientas de la química de la vida, las proteínas, se han optimizado, cambiado y renovado, creando una increíble diversidad.
Con esta introducción se anunció a los premiados este año, pues han inspirado, dice la academia sueca, en el poder de la evolución y han usado los mismos principios: cambio genético y selección, para desarrollar proteínas para resolver los problemas químicos de la raza humana.
La mitad del Nobel de Química del 2018 es para Frances H. Arnold. En 1993 la investigadora hizo la primera evolución directa de enzimas, las cuales son proteínas que catalizan reacciones químicas. Desde entonces, ella ha refinado los métodos que ahora se usan rutinariamente para desarrollar nuevos catalizadores. El uso de las enzimas de Arnold incluye una fabricación mucho más amigable con el entorno en el caso de la fabricación de sustancias químicas, como las farmacéuticas, y la producción de combustibles renovables que pueden hacer la transportación “más verde”.
La otra mitad del premio lo comparten George P. Smith y Sir Gregory P. Winter. En 1985 Smith desarrolló un elegante método conocido como “phage display” en donde un bacteriofago -un virus que infecta bacterias- puede ser usado para evolucionar nuevas proteínas. Winter, por su parte, usó phage display para la evolución directa de anticuerpos, con la intención de producir nuevos fármacos. El primero que se basó en este método, adalimumab, se aprobó en el 2002 y es usado para la artritis reumatoide, psoriasis e inflamaciones de los intestinos. Desde entonces, phage display ha producido anticuerpos que pueden neutralizar toxinas, contra-atacar enfermedades autoinmunes y curar cáncer metastático.