Ya en unocero hemos hablado de la computadora de bajo costo Raspberry Pi. Por unos 35 dólares se tiene una computadora completa, con un sistema Linux e incluso con interfaz gráfica.
La computadora Pi puede conectarse a un monitor de alta definición y tiene acceso a Internet y a uso del ratón. No usa disco duro, pero lo sustituye con una tarjeta SD donde se coloca el sistema operativo y deja espacio para los archivos.
Pequeña pero poderosa
La nota sobre este hackeo a la NASA usando una Raspberry Pi, sólo habla del poder que actualmente tienen las computadoras, incluso este tipo de máquinas de ultra bajo costo.
El autor del ciberataque, de acuerdo con el JPL, fue descubierto en abril del 2018, quien se hizo de contenidos importantes de las misiones.
El hacker no fue detectado por 10 meses, de acuerdo con la NASA, y los archivos robados son alrededor de 23, que suman un total de 500 MB de datos. Dos de estos archivos contiene información militar restringida así como tecnología de la misión del Curiosity en Marte.
El intruso parece haber podido evadir a las autoridades, pero el reporte de la NASA indica que otros dispositivos fueron ligados a la red de la NASA sin permiso de ésta.
Pero ninguno de esos dispositivos se marcaron como peligrosos para la seguridad, o bien, una «amenaza avanzada persistente», un término que se usa por los grupos de hackeo.
El resultado de esta intromisión obligó a la NASA a detener parte de sus sistemas para evitar que el hacker pudiese acceder incluso a las naves espaciales activas.
Esto puede ser exagerado, pero es claro que este intruso ha puesto el dedo en la llaga: una seguridad poco eficiente en los sistemas gubernamentales.
Es claro que la NASA no es el primero ni será el último, pero evidentemente cualquier intromisión en los sistemas es algo que no puede permitirse y por ende, hay que ser muy cuidadoso con las medidas de protección.