El Universo es incomprensible por su tamaño, el cual simplemente escapa al entendimiento humano. Hay miles de millones de planetas circulando otros miles de millones de estrellas. El potencial para la vida inteligente debiese ser mucho más probable, pues la cantidad de posibilidades a favor de la vida parecen ser muy buenas, pero sin embargo, no tenemos ni idea de si existe vida fuera de la Tierra y no hemos encontrado aún vida inteligente. Esto es en esencia la paradoja de Fermi.
Ahora un astrofísico retirado, Daniel Whitmire, quien enseña matemáticas en la Universidad de Arkansas, tiene su propia teoría que dice él, explica por qué no hemos tenido comunicación con otros seres inteligentes. “He enseñado astronomía por 37 años”, dice Whitmire, “Y yo les digo a mis estudiantes que en términos estadísticos debemos ser los seres más estúpidos de la galaxia. Después de todo, hemos sido tecnológicos quizás apenas por unos 100 años, mientras que otras civilizaciones podrían ser mucho más avanzada que nosotros por millones o miles de millones de años”.
Recientemente, sin embargo, el astrofísico mencionado parece haber cambiado su opinión. Aplicando el concepto estadístico del “principio de la mediocridad”, es decir, la idea de que la ausencia de cualquier evidencia es contrario a lo que nosotros deberíamos considerar como típico, en lugar de atípico, Whitmire ha concluido que en lugar de quedarse atrás, nuestra especie puede ser simplemente promedio. Y eso no es una buena noticia.
En un artículo publicado el 3 de agosto en el International Journal of Astrobiology, Whitmire argumenta que si somos lo que denominamos típico, se sigue que especies como la nuestra podrían extinguirse tan pronto alcanzaran cierto nivel de conocimiento tecnológico.
El argumento está basado en dos observaciones: somos la primera especie tecnológica que ha evolucionado en la Tierra y estamos al inicio de nuestro desarrollo tecnológico (el astrofísico define “tecnológico” en términos de especies biológicas como aquellas que han desarrollado dispositivos electrónicos y que pueden alterar de forma significativa el planeta). Esta observación parece obvia, pero Whitmire hace notar en su artículo, que los investigadores piensan que la Tierra podría ser habitable por la vida animal al menos mil millones de años en el futuro. Basándose en cuanto tiempo le llevó a los proto-primates evolucionar en una especie tecnológica, parece haber suficiente tiempo para que pase al menos otras 23 veces. En esa escala del tiempo podría haber otros antes que nosotros, pero no hay ningún registro geológico que indique que nosotros no fuimos los primeros. “Hemos dejado un sinfín de huellas digitales si para mañana desaparecemos”, dice Whitmire.
La definición del astrofísico hace suponer que nuestra especie se volvió tecnológica después de la revolución industrial y la invención de la radio, algo así como más o menos 100 años. De acuerdo con el principio de la mediocridad, la curva de Bell para las edades de todas las civilizaciones posibles tecnológicas en el Universo podría ponernos a nosotros a la mitad del 95%. Esto dicho en otras palabras, las civilizaciones tecnológicas que tienen millones de años podrían ser altamente atípicas. Ya que somos los primeros, otra civilizaciones tecnológicas deberían también ser los primeros. En este principio de la mediocridad no se permiten segundos actos. La implicación es que una vez que una especie se hace tecnológica, terminan por desaparecer.
Hay la posibilidad, dice Whitmire, que seamos atípicos y que nuestra posibilidad de vida caiga solamente en el 5% de la curva de Bell. Si este es el caso, entonces las enseñanzas del astrofísico por 30 años podrían ser todas ciertas. “Si no somos un caso típico, entonces mi observación inicial podría ser la correcta”, y agrega, “seríamos la especie más tonta de toda la galaxia”.
Referencias: Science Daily