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Los peligros de ser astronauta

John Glenn fue uno de los siete primeros astronautas que la NASA eligió para su primer programa espacial tripulado llamado Mercury y el primer estadounidense...

John Glenn fue uno de los siete primeros astronautas que la NASA eligió para su primer programa espacial tripulado llamado Mercury y el primer estadounidense en orbitar la Tierra en 1962; pero hubo un momento en que la NASA pensó que el astronauta moriría envuelto en una bola de fuego.

De hecho, los siete astronautas originales del proyecto Mercury arriesgaron la vida para explorar las fronteras de la exploración espacial. Ahora, con la muerte del último de los siete astronautas originales, podemos tener una mejor perspectiva de lo que realmente representó la aventura de ser uno de los primeros seres humanos que salieron al espacio exterior.

“Hace unos cincuenta años los médicos no estaban muy seguros si los seres humanos podían sobrevivir en el espacio exterior”, dice el experto en política espacial John Logsdon. Recuerda que la idea de lanzar a un ser humano en un cohete a unos 11.2 kms por segundo (velocidad de escape de la Tierra) para después estar en un ambiente de microgravedad planteaba la posibilidad de que esto fuese fatal para la vida. “Todo era un territorio nuevo”.

Antes de poner a hombres en naves espaciales, se lanzaron simios y ratones en los años 40 y 50 del siglo pasado y frecuentemente estos animales murieron en el proceso. Eventualmente, un chimpancé llamado Ha logró sobrevivir en un cohete Mercury en 1961, lo que elevó las esperanzas de que los astronautas humanos podrían sobrevivir en el espacio. Pero Rusia lanzó en 1961 a Yuri Gagarin y su supervivencia en su misión hizo pensar que era posible sobrevivir en el espacio.

Había muchos problemas por resolver, empezando por el lanzamiento, pues muchas naves simplemente explotaban al realizarse el mismo. Esto era un problema por demás frecuente. “Muchos de nosotros estábamos escépticos y muy preocupados sobre los planes de la NASA para enviar al piloto de la Marina, Alan Shepard, en un primer viaje espacial”, escribió Walter Cronkite en su libro A Reporter’s Life.

Cronkite recuerda haber visto estas explosiones una y otra vez, y describió a la NASA como un “intento poco convincente” de ganarle la carrera espacial a los soviéticos. Pero Shepard sobrevivió en 1961 a su viaje en la nave Mercury y se convirtió en el primer estadounidense en ir al espacio, aunque no en órbita, lo cual es mérito de Glenn. Pero hay que decir que años más tarde sus colegas no tuvieron tanta suerte.

En 1967, una chispa en el módulo de mando de la nave Apolo 1 acabó con la vida de sus tres astronautas. Todo esto pasó en Tierra, en una de las pruebas de la NASA. Vamos, que los tres astronautas murieron calcinados en la nave que los debería haber llevado a la Luna. Uno de esos astronautas era Gus Grissom, quien era parte de los siete astronautas originales de la misión Mercury y quien había sido el primer hombre que había ido dos veces seguidas al espacio exterior.

Los astronautas eran en un principio pilotos de prueba de la milicia estadounidense y se esperaba que tuviesen la fuerza mental suficiente, amén de la capacidad para asumir riesgos como se quiso pintar en el libro de l970 de Tom Wolfe, The Right Stuff, así como en la película de 1983 que llevó el mismo nombre.

“Los pilotos de prueba -casi por definición- llevaban al límite a sus máquinas”, dice Logsdon. “Ellos fueron usados para arriesgar sus vidas incluso antes del programa espacial”, agrega. Pero curiosamente había un criterio poco conocido para la elección de la NASA: “Tenían que ser de baja estatura”, dice Logsdon. Nadie podía ser más alto de 1.80 metros. pues se requería que entraran en una nave en forma de cono que era el diseño que usaba la NASA en ese entonces. Para ejemplificar, la nave Mercury tenía un espacio habitable de unos dos metros cuadrados.

Hace algunos años le preguntaron precisamente a Glenn, el astronauta recientemente fallecido, cómo se sentía en esos momentos antes del lanzamiento. “Me sentía exactamente como cualquiera se sentiría al saber que sería lanzado al espacio y que estaba sentado en la parte más alta de dos millones de partes, todas construidas al mejor precio posible por contratos del gobierno”, contestó Glenn.

El lanzamiento de la nave Mercury con Glenn a bordo, en 1962, fue muy suave pero, después de haber orbitado por tres veces la Tierra, el control de la misión indicó que había alguna señal de que la bolsa de aterrizaje se había abierto prematuramente. Charles Murray, el coautor del libro Apollo: The Race to the Moon, dijo en 1989 que “estaba convencido que en aproximadamente una hora perderíamos a este astronauta”.

El problema es que el escudo de calor podría no funcionar y entonces Glenn se habría quemado al ingresar a la atmósfera terrestre en algo que se describiría como “terror controlado”. Pero Glenn pudo amarizar sin problemas y el staff de la misión celebró compartiendo banderas y puros, manteniendo esto ya como una tradición por muchos años (aunque no sé si siga).

Hoy hemos visto pasar un número importante de lanzamientos del transbordador espacial, que comparado con el Mercury resulta una hazaña mayúscula en muchos sentidos. Aún así, el transbordador Challenge explotó en el lanzamiento del 28 de enero de 1986, en donde murieron siete astronautas.

“Este accidente, el más impactante del Programa del Transbordador Espacial, perjudicó seriamente la reputación de la NASA como agencia espacial y la propuesta de la participación de civiles, promulgada por Ronald Reagan y concretada con la maestra de primaria Christa McAuliffe echó por tierra todas las estructuras administrativas y de seguridad. La NASA suspendió temporalmente sus vuelos espaciales hasta 1988”, nos dice la Wikipedia.

Referencias: Phys.org 

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