Sin ser la foto más enfocada del mundo científicos de la rayos x han marcado un importante avance en la ciencia al desarrollar una técnica para fotografiar las proteínas sin dañarlas gracias al grafeno.
Las proteínas son macromoléculas compuestas por carbono, hidrógeno, oxígeno y nitrógeno. La mayoría también contienen azufre y fósforo. Las mismas están formadas por la unión de varios aminoácidos, unidos mediante enlaces peptídicos. El orden y disposición de los aminoácidos en una proteína depende del código genético, ADN, de la persona.
Las proteínas constituyen alrededor del 50% del peso seco de los tejidos y no existe proceso biológico alguno que no dependa de la participación de este tipo de sustancias
Hasta hace poco las técnicas para hacer capturas de una proteína no eran muy adecuadas, pues ademas de la inestabilidad de la molécula estas son capaces de destruirlas. Esto es porque cuando se hace una imagen se utilizan rayos X o microscopía de electrones de alta energía dañan a la proteína.
Para lograrlo los investigadores utilizaron una lámina de grafeno como portaobjetos en lugar de la clásica placa de cristal. El grafeno retiene las moléculas que forman la proteína en su lugar. Al mismo tiempo, su grosor permite usar una retroiluminación tan suave que no destruye la proteína.
«En microscopía óptica se usa un portaobjetos de vidrio. Para nuestro microscópico electrónico teníamos que encontrar un sustrato lo suficientemente delgado como para que los electrones lo pudiesen atravesar», dijo Jean-Nicolas Longchamp, responsable de la investigación.
Con esta técnica han obtenido imágenes de la hemoglobina, que se encuentra en los glóbulos rojos; los citocromos, que transportan energía química en todas las células vivas; o la albúmina de suero bovino (BSA por sus siglas en inglés), muy usada en procesos bioquímicos. Las imágenes coincidieron con sus modelos moleculares, lo que sugiere que son exactas.
Pero, ¿de qué sirve fotografiar una proteína? Estas resultan importantes en el área medica porque estas imágenes pueden ayudar a conocer más sobre la estructura, lo que puede ayudar a entender ciertas enfermedades donde las proteínas y sus estructuras fallan, como es el caso del Alzheimer.
Referencia: New Scientist