El Voyager 1 es la sonda de la NASA que está viajando al espacio profundo, y además, es hasta ahora la sonda más veloz jamás construida. Después de 37 años de inactividad, la NASA recibió un mensaje de la nave. La Voyager 1 se lanzó el 5 de septiembre de 1977 y ha estado operando por 40 años, 6 meses y 14 días(tomando en cuenta la fecha 19 de marzo del 2018). La nave se basa en un par de dispositivos llamados thrusters para orientarse a sí misma de manera que pueda comunicarse con la Tierra. Estos thrusters lanzan pequeños pulsos, o como dicen en la propia NASA, “puffs”, que duran milisegundos. Así, se reorienta su antena para que apunte hacia nuestro planeta. Lo interesante y curioso es que el equipo del Voyager fue capaz de encender cuatro thrusters, los cuales estaban “dormidos” desde 1980.
La NASA ha dicho: “El equipo del Voyager 1 armó un equipo de expertos en propulsión en el Jet Propulsion Lab, en Pasadena, California, para estudiar el problema. Chris Jones, Robert Shotwell, Carl Guernsey y Todd Barber, analizaron las opciones y predijeron cómo se comportaría la sonda en cada escenario. Finalmente llegaron a una solución inusual: tratar de darle el trabajo de orientación al conjunto de thrusters para que despertaran de su largo sueño de 37 años”.
“Con estos thrusters funcionales finalmente pues no se habían usado en 37 años, se ha podido extender la vida útil del Voyager 1 por dos o tres años más”, dijo Suzanne Dodd, gerente del proyecto Voyager en el JPL. “El equipo de Voyager buscó datos que tenían más de 30 años y se examinó el software que se escribió en un ensamblador ya obsoleto, para hacer que se pudiesen probar con seguridad los thrusters”, dijo Jones, jefe de ingenieros en el JPL.
En un alarde que demuestra lo robusto del equipo en el Voyager 1, se hicieron las pruebas correspondientes para un TCM (trajectory correction maneuver), es decir, una corrección de la trayectoria vía una maniobra, lo cual se realizó encendiendo los thrusters el 28 de noviembre del 2017.
Se espera que la nave pueda tener una extensión de su vida útil hasta el 2025, que es cuando los generadores termoléctricos de radio isótopos no puedan ya dar energía eléctrica suficiente para operar los instrumentos científicos del sistema.